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la tribu

Todo lo ocupa

Un nuevo Génesis ha venido de la Mano, y si alguien lo duda, que se eche a los campos

Antonio García Barbeito

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Dan ganas de regalarles a las lluvias de marzo aquel verso del jovencísimo Neruda de «Veinte poemas de amor…», y lo que el chileno decía por una mujer, decirlo hoy por el agua caída. No hay más que asomarse al campo: «Todo lo ocupas tú, ... todo lo ocupas…» La tierra es una mujer echada y poseída en todos los espacios de su cuerpo, que si el agua no aflora allí donde la altura no lo permite, aflora el milagro de la yerba y de las cien flores —¡es impresionante la belleza desbordada del azul violáceo de la viborera formando vestido con los amarillos recién pintados del dengue, las margaritas y los dientes de león y los rojos deslumbrantes de las amapolas!—que, con un espectacular equilibrio cromático, lo adornan todo con un gusto que jamás alcanzaría la mano humana. Y cuando salgan los lirios altos, por el pinar habrá que taparle la boca a la brisa de la tarde para que sus gritos de asombro no escandalicen.

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