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LA TRIBU

La noche

La luz del verano se apagaba en el campo con lentitud de borrajo

Antonio García Barbeito

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Los últimos carros cargados de costales de grano habían pasado por el camino que venía de allende el río, el camino que daba a las viñas con candelechos que te parecían lejanas. Habían pasado los últimos pegujaleros a lomos de su burra o su mula, ... acaso con un serón echado sobre la albarda donde irían algunas herramientas y algunos tomates, o dos o tres sandías. Habían pasado, como una estampa bíblica de las que veías en el cine, los últimos cabreros y vaqueros, confundidos con los animales en aquella asfixiante niebla albariza que los pasos y las pezuñas levantaban en el camino. Hacía un rato que el sol se había descolgado de la espalda de los álamos del río, y en el olivar alto que se levantaba cerca del pueblo quedaba un brochazo rojizo de crepúsculo moribundo. En la vega iban borrándose poco a poco los costurones de las lindes; nadie distinguía la choza de un montón de paja, ni los olivos de los álamos. Se habían oscurecido los caminos que daban a los Cerros de Zaragoza y los dos Cerros de Torre eran el oscuro perfil de un camello echado.

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