Están museificando a Sevilla

—Iros pallá, quillos, pal Tardón por lo menos, que esta gente de aquí atrás de Los Remedios no os vota ni quemados, que le vayan dando...

Traduzco: «Leña a los colegios religiosos de Los Remedios, a los Maristas, a los Padres Blancos. Hasta que consigamos que la escolarización de los niñitos pijos de Los Remedios se haga en Las Tres Mil, no vamos a parar».

Y hay quienes mantenemos que ni gorrilleo ni mamoneo con los colegios religiosos: que, para que rime, la cosa va de museo. Rodrigo de Triana no grita «¡Tierra!», porque la tierra es para el que la trabaja, y Rodrigo, mi alma, es que no das golpe, todo el día tirado al palo, al palo mayor... Lo que grita Rodrigo de Triana es:

—¡Otro museo a la vista!

¿Será por museos? Rodrigo de Triana, esnortao de tanto señalar al Salvador y al centro, quiere apuntar hacia el Costurero de la Reina. Que lo van a convertir en un museo.

—¿Un museo sobre María de las Mercedes por qué te vas de Sevilla, ya que bordaba allí esperando las cartas de Alfonsito, que no estaba a su vera?

No, eso sería lo lógico: un edificio de los Montpensier dedicado a la hermosa leyenda de su hija. Pero aquí todo se hace con la lógica de Sevilla. Como el Costurero de la Reina es puro siglo XIX, con un fondo de conspiración de la Gloriosa Septembrina, fagamos una obra tal sobre el siglo XX que los siglos venideros nos tomen por imbéciles (como llama a Rajoy el gachó que ronea de Bellavista, pero que es de Heliópolis puro, del Claret). En el Costurero van a hacer un museo. Otro. Sobre la Exposición Iberoamericana. Cuando el mejor Museo sobre la Exposición sería mantener en su dignidad, en vez del actual estado de abandono, ese Parque de María Luisa en cuyo entorno se desarrolló el certamen de 1929. Cuidar la Plaza de España, vergüenza de Sevilla ante los visitantes, sí que sería el mejor museo de la Exposición. En vez de echarle más dinero encima (todavía del que ya se le ha echado) al Costurero de la Reina, ¿por qué no lo empleáis en reparar la Plaza de España, hijos míos, y, una vez que esté reparada, en consignar presupuestos de mantenimiento y en poner vigilantes contra los gamberros que la destrozan cada lunes y cada martes?

Ah, no, eso no. Eso sería cuidar el patrimonio monumental. Y aquí, ya saben: hasta que algo no se hunde, no se arregla, ni un duro para mantenimiento. Aquí cuando algo se va a hundir ya irremisiblemente, se llama a mi apoderado, a Joaquín Moeckel, para que saque las castañas del fuego a la Administración, y luego no se le dan ni las gracias. Y salvado lo que se dejó caer, se convierte en Museo. Verbigracia: El Salvador. Un Museo, como la Catedral es un Parque Temático. Las Atarazanas, museo. La plaza de los toros, museo. Los Venerables, museo. Estamos museificando Sevilla, fósil de sí misma. Y consiguiendo, tras grandes dispendios, que el centro cada vez tenga menos vida, no haya despachos de pan y tortas, fruterías, niños que van al colegio por la mañana, mujeres que vienen de la plaza con la carmela. Hala, peatonalicemos y museifiquemos la mejor Sevilla. Los sevillanos, de figurantes para los turistas. ¿Que se están cargando el comercio del centro? ¿Y qué? Cogemos esas tiendas, las convertimos en museo, y, hala, todos colocados de conserjes y de bedeles de este inmenso museo muerto llamado Sevilla.