LA ALBERCA
El voto de Felipe
La confesión de González tras el fallo del TC por la amnistía augura muchos años en blanco al PSOE en Andalucía
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Iniciar sesiónLa confesión de Felipe González a Alsina ha terminado de poner al PSOE en su peor coyuntura histórica. El expresidente promueve el voto en blanco para desalojar del poder al partido que él refundó. Y el aparato sanchista ha activado inmediatamente la máquina del fango ... contra quien debería tener tratamiento de excelencia para cualquier socialdemócrata mínimamente formado. Pero los dos acontecimientos apuntan directamente a Andalucía como epicentro de las corrientes de leva del socialismo actual. Sánchez se reunió con Illa en La Moncloa para escenificar su apuesta por empoderar al PSC frente a la federación andaluza, históricamente la más fuerte del partido, pero lo hace para soslayar un fracaso que lleva su nombre. El sanchismo ha ayudado de manera impagable a Juanma Moreno ha llevar a cabo un cambio sociológico en el Sur que era impensable hace apenas una década. El felipismo había consolidado el pensamiento de izquierdas en Andalucía y eso permitió al PSOE gobernar durante casi cuarenta años de forma hegemónica. Sin embargo, el partido es ahora una leonera en la que todos se dan bocados para aliviar el hambre que provoca la indigencia institucional. Montero es el epítome de todo lo que los andaluces queremos olvidar, la trama Koldo tenía una de sus mejores sucursales por aquí, Susana Díaz ha despertado de su obligado letargo para reactivar a sus antiguos aliados, Juan Espadas sigue comiendo palomitas y el secretario de organización del PSOE de Sevilla, Rafael Recio, no pone la mano en el fuego por Pedro Sánchez. Lo dijo con toda claridad en un curso de la Olavide y todos los matices que ha intentado poner después a sus declaraciones están claramente instigados por sus superiores. Recio fue sincero y valiente en su testimonio original, que era el lógico para cualquier persona decente. Por eso el propio padre político de todos los que ahora se están machacando entre ellos ha anunciado que no votará a quienes han hecho «esta barrabasada».
La debacle del PSOE en Andalucía tiene muchas explicaciones y casi todas son complejas. Pero hay un hecho que es probablemente el eje de todos los demás: la pérdida de autonomía del socialismo andaluz y, por ende, de poder. El control caudillista de Sánchez ha fagocitado a su gran bastión electoral, que o sólo está desconcertado por la corrupción, sino por la propia política de agravios. La amnistía es un hachazo a la Constitución que, además, está auspiciado por los propios amnistiados a cambio de mantener al presidente en el machito. Y eso conlleva también una constante genuflexión a los catalanes en materia de infraestructuras, financiación, condonación de deuda o reparto de inmigrantes. La desigualdad es tan grosera que ha tocado el orgullo de los andaluces, hartos ya de trabajar por un país cuyo gobierno le ignora. Hasta aquí hemos llegado. Y el PSOE sabe, porque lo ha dicho Felipe, que va a estar muchos años en blanco en Andalucía por haberse vendido al peor líder de su historia.
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