LA ALBERCA
Las pestañas del 78
Lo que Arquillo no pudo decir en el Cabildo, lo ha dicho en ABC. Y ahora que cada uno saque sus conclusiones
LO que Francisco Arquillo no pudo decir en el Cabildo de la Macarena, porque frente a los informes del IAPH y de Pedro Manzano no se consideró escuchar al restaurador de la Virgen en las mismas condiciones, lo ha dicho en ABC. La entrevista de ... Pepe Trashorras, que no le escatima ni una sola pregunta incómoda, muestra a un hombre educado y sereno que se siente en la necesidad de dar sus explicaciones antes de que se saquen conclusiones definitivas. Cada cual es libre ahora de tomar la postura que quiera, pero sin la versión de Arquillo no se puede tener la verdad completa. Y el célebre 'médico de la Virgen' revela algunos detalles que, si son ciertos, arrojan mucha luz a la fatídica intervención realizada a la Esperanza. «Miembros de la Comisión de Seguimiento nos habían pedido que al tener que cambiar las pestañas por estar deterioradas, le colocásemos unas similares a las que la imagen llevó tras la restauración de 1978, enviándonos por Whatsapp dos fotografías en blanco y negro». Esta confesión contiene dos informaciones muy relevantes: que había Comisión de Seguimiento y que la longitud de las pestañas habría sido solicitada por la propia hermandad. Arquillo añade que esta comisión estaba formada por el mayordomo y el prioste, que según su relato visitaron constantemente el taller instalado en la propia basílica para comprobar el estado de la Virgen. Es decir, señala como fedatarios directos del trabajo de conservación a las dos personas de la junta de gobierno que dimitieron. Y añade otra cosa especialmente inquietante: los retoques en cejas y pómulos de los que hablan los expertos del IAPH se habrían llevado a cabo por parte de las dos personas ajenas a su equipo que intervinieron a la Esperanza tras la polémica. Arquillo sólo reconoce un error en las pestañas: «Se pusieron momentos antes de vestir la imagen, pudiendo suceder que durante la colocación de las vestiduras se movieran al no tener el adhesivo completamente seco, provocando un desplazamiento que cubría parte del globo ocular». Es probable que en este punto se mantenga la controversia entre los técnicos, pero si el restaurador guarda los mensajes de los miembros de la junta de gobierno que le pidieron que colocara unas pestañas más largas a semejanza de las que tenía en el 78, las responsabilidades pueden cambiar de acera.
El error ha sido lo suficientemente grave como para despacharlo sin escuchar a uno de los protagonistas. Y cuesta entender que a una persona a la que la hermandad confió nada menos que la conservación de su mayor tesoro devocional durante décadas, se le prive de tomar la palabra en las mismas condiciones que a aquellos a quienes ahora se encarga la recuperación de la talla. Por eso la entrevista a Arquillo es tan relevante. Porque aporta una información que, se comparta o no, es imprescindible para hacer un análisis desapasionado de un acontecimiento tan doloroso. Y, ahora sí, que cada uno decida y que cada palo aguante su vela. Yo me mojo: Arquillo es responsable, pero no el principal.
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