LA ALBERCA
La memoria escoge el camino más corto
Alberto y Ascen son el antídoto contra la humillación de un Gobierno que se ha vendido por un puñado de votos
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Iniciar sesiónLa Memoria Democrática impuesta por el aparato sanchista es una humillación a los tres claveles que llevaba Ascensión García Ortiz en las manos cuando fue asesinada por ETA. Van pasando los años y los terroristas gozan de la indemnidad del relato progre, pero las víctimas ... han caído en la franja inconveniente, la molesta. El crimen ideológico sólo se paga si es del flanco malo, el atrasado, pero se perdona si es del lado bueno, el progresista. Al franquismo hay que aplicarle justicia; al terrorismo, olvido. Fernando Grande-Marlaska, otrora azote de ETA, hoy bendecido por los presos que han sido acercados a sus casas, ha hecho todo lo posible por que los tres claveles de Ascen se marchiten. Es triste comprobar cómo el poder desnuda a los débiles de moral.
Tiene razón Alberto Jiménez-Becerril García, hijo del matrimonio asesinado hace 25 años, cuando analiza el horizonte de su desgracia. Los homenajes a las víctimas son cada vez más reducidos, más lejanos, mientras que los tributos a los etarras excarcelados se hacen con banda de música. En este cuarto de siglo se ha podrido la memoria oficial y se ha corrompido la narrativa. Al terrorismo se le pretende llamar conflicto, a Otegi se le califica desde algunos sectores con los que el actual Gobierno está aliado como ‘hombre de paz’ y a la Ley de Memoria Democrática se le ha hecho una ampliación propuesta por Bildu para incluir como vulneración de los derechos humanos el trato a los etarras durante los primeros años de la democracia. No hay una sola mención a las víctimas. Ni una. Para los nuevos líderes abertzales, los asesinatos de Alberto y Ascen fueron meros ‘daños colaterales’, consecuencias indeseadas de una actividad que ellos consideraban inevitable.
El Gobierno, que necesita los votos de Bildu para mantenerse en el machito, ha asumido esta obscena retórica y se ufana, sin sonrojo alguno, de que ha derrotado a ETA. Mentira. Si el sanchismo tuviese un mínimo sentido de la dignidad y la justicia, si no se hubiese despeñado en la construcción de un relato a la medida de los mezquinos con los que hace coalición, defendería sin complejos la verdad absoluta de un estado de Derecho: ETA no habrá sido derrotada hasta que se juzguen todos los crímenes que aún están por resolver y cada uno de sus miembros cumpla hasta el último minuto de su condena. Mientras haya un solo etarra en deuda con la Justicia, y por ende con la sociedad española, ETA seguirá respirando. Y mientras el Gobierno se siga bajando los pantalones con cambalaches de sangre por votos, el terrorismo seguirá siendo útil. Por eso hay que seguir volviendo cada 30 de enero a la calle Don Remondo a poner en el suelo tres claveles frescos. Porque el día que dejemos que las flores de Ascen se marchiten, morirá también la verdad. Como escribió el poeta Rafael Montesinos, hagamos de esta penitencia un rito y una regla para que la memoria siga escogiendo siempre el camino más corto, jamás el de las serpientes.
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