El letargo de la Macarena
Manzano le ha puesto el alma al alma de sus pinceles y le ha devuelto la estampa que se perdió en los talleres de la gubia equivocada
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHa vuelto con la mirada que tienen los cirios verdes, con esa cara lavada de arrugas a la intemperie, y en ese rostro de nácar con reflejos de aguardiente, mitad angustia anisada, mitad blancura celeste, está la historia parada sobre el tiempo intermitente. Qué juventud ... más cansada. Qué vejez más inocente. Ha vuelto al fin la Esperanza con su mirada de siempre, con su sonrisa velada, con su llanto de los Viernes, con su mejilla rosada, con su suspiro entre dientes, con sus lágrimas paradas, con su movimiento ausente, con sus pestañas aladas, con la Sentencia en su frente. Ha vuelto. Ya está en su casa. Es Ella. Dios la protege.
Manzano le ha puesto el alma al alma de sus pinceles y le ha devuelto la estampa que se perdió en los talleres de la gubia equivocada. Ahora la Virgen se mueve, tiene de nuevo su gracia, los labios se le estremecen, las mariquillas le bailan y la claridad le duele, esta luz inmaculada rompe su serena suerte de Madre ya sentenciada. Es Ella. No hay duda. Huele.
Después de la noche infausta de su semblante doliente, la Virgen, tan desolada como el clamor de la gente, ha vuelto a ser la Muchacha de la guapura insolente, la belleza sublimada, la sencillez más ingente. Ha vuelto. No está cansada. Está de tarde de Jueves. Es Ella resucitada.
La metáfora es inmensa. En esa cara de cielo con el ay de la Sentencia se han posado los vencejos para limpiar impurezas y después del contratiempo de su esencia descompuesta ha recuperado el gesto más puro la Macarena. Ha sido duro el suceso. No hay mal que por bien no venga. Fue piedra y perdió su centro, pero el centro de las piedras cae por su propio peso. Ella es la piedra roseta que resuelve este misterio con una sola respuesta. Da igual la saya y el velo, no importa el manto que lleva, de tisú o camaronero, ni la ausencia, ni la espera, ni el temblique de los huesos cuando el camarín se cierra, ni el bordado, ni los versos, ni los jardines de cera, ni la música del viento que sopla desde Salteras, ni las urnas, ni los cetros, ni las varas, ni las quejas. Sólo importa que su vuelo vuelve a sus alas. Es Ella. Se fue pero al fin ha vuelto.
Y al pasar el trance amargo, después de tan larga espera, es momento de descargo para celebrar su vuelta. Hay que olvidar lo olvidado y recitar su opulencia. Qué más da lo ya pasado cuando la verdad regresa a los espejos callados para reflejar la herencia más valiosa del sagrario. Yo grito mi vieja letra con el corazón en alto y pongo música nueva a la eternidad del Arco: el tiempo aquí es la protesta de la flor de los naranjos al morir en la colmena, es la vida transitando desde la amargura al néctar.
Y Sevilla es el letargo
que la Esperanza almacena
entre que se va de largo
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete