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La Alberca

Ha ganado Doñana

El acuerdo entre el Gobierno y la Junta es un triunfo del sentido común, no de otro partido político

Alberto García Reyes

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Hay un texto inédito en el 'Diario de la Argónida' de José Manuel Caballero Bonald que sirve para explicar la paz que la Junta de Andalucía y el Gobierno de España firmaron ayer en Doñana. Dice así: «Pasa el fugaz turbión del tiempo, pasan los ... segmentos dispares de la historia, pasan los sitios aleatorios del deseo. Lo único que finalmente persevera es el silencio con que imparte la vida su enseñanza». La mudez del Coto ha permitido el vocerío político de estos meses, pero a veces es necesario recordar que ese silencio con el que imparte la vida su enseñanza es eterno y, en cambio, nuestro bullicio es coyuntural. Doñana tiene varios miles de años. Es un territorio en perpetua agonía. Sabe defenderse solo. Como también escribió el poeta jerezano, «Doñana es indestructible. A pesar de tantos síntomas de menoscabo, la 'tierra-madre' acaba siempre castigando al que la ultraja». Dice Caballero que incluso en el agotador verano, cuando la marisma se transforma en erial estepario, «sembrado de osamentas y agrietado por el sol», se filtra por alguna de las grietas de su desierto un grito de esperanza: «Volverá el agua y, con ella, la vida». Ayer regresó al menos el silencio al paraíso.

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