la alberca
Exposición Universal de un fracaso
La puesta en venta del canal de la Expo es el remate de una sucesión de despropósitos que retratan a Sevilla
Obviaremos el manido chascarrillo del Beni de Cádiz con el Cojo Peroche ante la casa natal de Pemán, sobre todo porque Kichi se cargó la historia retirando de la fachada la placa conmemorativa y porque la comparación con Sevilla no admite tragicomedias. Pero la colocación ... del cartel de 'Se vende' en el canal de la Expo 92 es el colmo del desprecio que esta ciudad tiene por sí misma. Hace 30 años, esa ría concentraba en la Cartuja todo el espíritu de vanguardia de Andalucía. Ahora sólo acumula cardos borriqueros y jaramagos a pesar de que hace apenas unos meses la Junta limpió el lecho tras décadas de absoluto abandono. Pasear por lo que antaño fue la Exposición Universal que vertebró el gran salto al progreso del sur de España es hoy un duro ejercicio de melancolía. Mejor dicho, de rabia. La Cartuja ofrece la amarga sensación de las casas abandonadas. El moho y los cristales rotos predominan en un paisaje de decrepitud sobre el que explicar a nuestros hijos lo que supuso la Expo para Sevilla es, como mínimo, una fanfarronería. A la acumulación de baches, pabellones sin uso, solares embarrados y aceras desmontadas hay que añadir el despropósito de la falta de limpieza, la mala conservación del mobiliario urbano y el aparcamiento indiscriminado. El derribo de la antigua estación del telecabina justo delante del pabellón de Marruecos ha sido el más reciente paso del antiguo recinto hacia el olvido. Todos los cuentos sobre la modernidad que escribimos en 1992 están hoy sepultados bajo las hojas de hace cinco otoños, que jamás han sido retiradas y año tras año van conformando estratos de un maltrato insoportable.
El canal de la Expo, a cuyas orillas se concentraba todo el mensaje multicultural de la Exposición, se vende por 3,6 millones de euros. Y, peor aún, la venta se anuncia como una ganga: el 70 por ciento del lecho está considerado suelo terciario. Es muy curioso que una ciudad que trata de sacar ventaja de su conservadurismo pregonando su gran labor en la protección del patrimonio haya desprotegido de una manera tan desabrida el legado de la Exposición Universal. En cualquier capital con espíritu emprendedor, el canal de aquel recinto se habría mantenido vivo para conformar en su entorno un polo de atracción cultural y turística. Es inexplicable que una isla como la de la Cartuja, en la que no hay un solo edificio residencial, no haya explotado esta ventaja para ofertarse como un espacio de ocio sin molestias para los vecinos. En Málaga han construido un muelle portuario en el que late la vida cultural de la ciudad. En Bilbao han diseñado una zona de diversión en torno al Guggenheim. En Valencia han aprovechado el cauce del Turia para crear una 'Ciudad de las Ciencias y las Artes'. En Sevilla, el canal de la Expo es un criadero de forraje en el que a veces se instalan chabolas. Así de crudo. Quién nos iba a decir que el lugar donde se celebró aquella muestra universal iba a acabar siendo una perfecta exposición sobre el fracaso.
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