la alberca
El SAS necesita una criba
El fallo en la detección del cáncer de mama es muy grave porque un enfermo nunca es una estadística
EL lamentable fallo sistémico del Servicio Andaluz de Salud en el cribado del cáncer de mama exige la depuración de responsabilidades de manera inmediata. No hace falta aclarar que el error ha sido involuntario, que afecta a un porcentaje muy bajo de mujeres y que ... el programa de citaciones de la Junta de Andalucía ha logrado parar a tiempo miles de casos. Eso ya lo sabemos. Pero en la misma lógica que robar un euro, uno solo, es intolerable, también lo es errar en la mamografía de una sola mujer. La sanidad pública no puede nunca explicarse con estadísticas. Porque un enfermo no es un número. A los médicos les ocurre como a los jueces: es lógico que para ellos cada paciente o cada procesado sea un asunto profesional, pero para los afectados está en juego su vida. Un error en una condena privativa de libertad no puede despacharse con un porcentaje con el que se intenta demostrar que son pocos casos. Un fallo en el sistema de salud que puede tener como consecuencia una muerte no se justifica nunca con datos. Esto es fácil de entender. ¿Qué pasaría si la estadística le tocase directamente a la persona responsable de esta gestión pública? ¿Vería ahí simplemente un número? La respuesta es obvia.
El problema que se ha detectado en el cribado del cáncer de mama en Andalucía no debería usarse con fines partidistas, pero sí debe tener consecuencias políticas. Porque un error médico es lógico, cuídense siempre de los infalibles, pero un error del sistema no. Un oncólogo de intachable prestigio puede equivocarse en un diagnóstico porque desgraciadamente no esté acertado en la interpretación de los síntomas de un paciente. Sin embargo, un protocolo de actuación estipulado por un órgano de gestión no puede fallar. Lo que ha ocurrido con el cáncer de mama es grave con independencia de que el actual gobierno de Juanma Moreno haya ampliado el número de mujeres citadas para la mamografía preventiva y de que ese programa haya servido para diagnosticar 1.700 casos a tiempo cada año. La gravedad consiste en que el sistema detectó 2.000 casos dudosos que exigían la repetición de la prueba o un seguimiento estrecho y, aun así, no avisó a las afectadas. Es decir, se podían haber evitado fallecimientos si se hubiese activado la maquinaria según lo previsto. No vale, por tanto, el argumento de que la acción voluntaria del SAS para detectar el cáncer da muy buenos resultados. Porque aunque es cierto que muchas mujeres tal vez no habrían sido diagnosticadas a tiempo si no fuese por este cribado, también lo es que desentenderse de los casos dudosos una vez llevado a cabo el proceso es inhumano. Así de sencillo. No se trata de criminalizar a nadie, pero sí es obligatorio que alguien asuma la responsabilidad y deje paso al siguiente. Ahora le toca a la Junta cribar su organigrama sanitario. Por el bien de la clase política, por nuestra tranquilidad y por respeto a las mujeres que han pagado con su bien más preciado el fallo de otros.
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