tribuna abierta
Impulso y renovación de la caridad en las hermandades
Las hermandades deben encarnarse en el mundo de la pobreza, perteneciendo con vivacidad a ese cosmo humano

Sin lugar a dudas, la pobreza es un hecho permanente y general en la historia universal, ya que en todas las épocas y sociedades ha habido pobres y pobrezas. No existe una definición aséptica de pobreza, ni existe tampoco una definición de pobreza que sea ... central.
La acción caritativa y social de las hermandades no es una especie de apéndice o complemento benéfico, sino que es una dimensión esencial y fundamental en todas ellas y dentro de la Iglesia, sin la cual se corre el riesgo de que quede en nuevo adoctrinamiento teórico, de contenido vacío. Decía el Papa Francisco que «la Iglesia me parece un hospital de campaña: tanta gente herida que nos pide cercanía, que nos pide a nosotros lo que pedían a Jesús, cercanía, emotividad».
Las hermandades deben ser refugio y amparo de misericordia, donde se ofrezca el consuelo y aliento de la misericordia divina a tantas personas heridas. Puedo afirmar y manifestar que conozco a muchísimas hermandades que tienen como vocación propia para crear y concebir vínculos de fraternidad a partir del misterio de la vida de Cristo que rememora. Y sé también que existen para evangelizar y que implica, entre otras cosas, salir al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos.
A semejanza de Cristo, las hermandades deben encarnarse en el mundo de la pobreza, perteneciendo con vivacidad a ese cosmo humano, comprendiendo toda su realidad desde ese mundo en el cual se vive y se convive si de verdad queremos ser Iglesia de Cristo. Por ello, la vida y existencia del cofrade, o del que respira ser hermandad, debe estar constituida desde el principio de creer, celebrar, vivir y orar. No es verdadero miembro de una hermandad aquel que acepta el Credo como cristiano o creyente pero abandona el compromiso de la caridad y la oración. La dicha de vivir el sentido de la hermandad tiene su fundamento en el amor de Dios que cubre todas las dimensiones de la vida. No tendría sentido usar todas nuestras fuerzas en hacer una hermandad con todo tipo de lucimiento y lujo externo y nos olvidemos de lo fundamental, primordial y esencial como es la aplicación del amor hacia todos nuestros hermanos que más necesitan.
El mundo de las hermandades (al menos en Sevilla y provincia) en su mayoría, es consciente de su responsabilidad social. Pero personalmente yo haría hincapié en algo más concreto. Podría ser que las acciones sociales y caritativas, que son muchísimas, se vuelquen hacia esos barrios marginales que invaden nuestra ciudad. Todos pensamos que vivir en barrios marginales puede parecer un problema lejano. Para varios países es imposible no enfrentarse a los horrores del sinhogarismo o desconocer que aquellas personas que han sido desplazadas por la fuerza necesitan encontrar refugio en nuestros pueblos y ciudades. Sin embargo, la existencia de barrios marginales es una realidad que gran parte de nosotros tenemos el privilegio de ignorar. Por tanto, invitaría a todas las hermandades para que se sienten a reflexionar qué se podría hacer para combatir esto. Según Unicef, en todo el mundo 1.000 millones de personas viven en asentamientos o barrios urbanos marginales, y llegarán a 3.000 para 2030. «Cuando pensamos en la pobreza, la imagen que tradicionalmente viene a la mente es la de un niño en una aldea rural. Hoy en día, un número creciente de niños que viven en asentamientos y barrios marginales están entre los más desfavorecidos y vulnerables del mundo, privados de los servicios más básicos y sin derecho a prosperar». Estas palabras las decía en 2012 Anthony Lake, director ejecutivo de Unicef. En Sevilla conocemos lugares puntuales y la acción caritativa de las hermandades debe plantear estrategias para superar todo tipo de crisis.
Las Sagradas Escrituras constantemente hacen referencia a la importancia de ayudar a los más necesitados, así como a la importancia de tener un hogar seguro y protegido.
Isaías 32:18: «Mi pueblo vivirá en lugares tranquilos, en hogares seguros, en lugares de descanso tranquilos».
Isaías 58:7: «¿No es para compartir tu pan con los hambrientos y traer a los pobres sin hogar a tu casa? ¿cuando veas al desnudo, cubrirlo y no para esconderte de tu propia carne?
Mateo 25: 42-45: «Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui extranjero y no me acogiste, andaba desnudo y no me vestiste, estuve enfermo y en la cárcel y no me cuidaste. […] De cierto te digo que todo lo que no hiciste por uno de estos más pequeños, no lo hiciste por mí».
Lucas 2:7: «Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada».
¿Qué podrían hacer las hermandades por las personas que viven en barrios marginales? ¿Cómo podemos generar mayor preocupación por su rápido crecimiento?¿Cómo podemos apoyar el empoderamiento de las personas que viven allí y asegurarnos de que participen en cualquier solución?
En definitiva, las hermandades (y cofradías) tienen que seguir dando testimonio auténtico de cómo luchar contra la pobreza, con nuestro estilo de vida, como Él lo dio. ¿Qué les falta a las hermandades para ser testimonio vivo del amor liberador?
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