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Sánchez y la pulsión iliberal

Ningún observador externo e imparcial aprobaría la nómina de nombramientos institucionales realizados por el Gobierno con los que sólo se intenta premiar el servilismo

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La inestabilidad institucional es una de las señas de identidad de los mandatos de Pedro Sánchez, que, unida a su afán por colonizar con afines los puestos esenciales del sistema público, acaba desembocando en una crisis de confianza ciudadana. Un rasgo de los gobiernos iliberales ... es controlar los organismos previstos para equilibrar el ejercicio de los poderes del Estado. Algo así como tener comprados a los árbitros, según una extendida comparación entre politólogos que estudian el declive de las democracias. Un observador externo e imparcial no pasaría de largo la nómina de nombramientos sectarios hechos por el Gobierno de Pedro Sánchez en la Fiscalía o el Tribunal Constitucional. Exministros, exasesores, fiscales de estricta obediencia han sido encaramados a los puestos de control y decisión con los que el Estado de derecho aspira a cumplir su función de vigilancia en el cumplimiento de la ley. Ese mismo observador externo e imparcial no consideraría verosímil que la máxima autoridad del Ministerio Público sea un fiscal a punto de ser investigado por un delito de revelación de secretos y desautorizado por el Tribunal Supremo por desviación de poder, reflejo administrativo de la prevaricación penal. Tampoco dejaría de tomar nota del nombramiento de la exministra Magdalena Valerio como presidenta del Consejo de Estado, anulado por carecer, notoriamente, de la condición de jurista de reconocido prestigio.

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