todo irá bien

Vox y las chicas

Lo contrario de un fanatismo no es tu fanatismo, sino la verdad

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El fútbol de chicas y Vox son una misma sobreexposición mediática de asuntos menores para moralizarnos. Y son el reflejo de nuestra cobardía.

El fútbol femenino es otra pancarta de la propaganda hembrista que ocupa páginas y portadas que no guardan proporción con su ... interés ni audiencia. Pero los medios conservadores y los del corro de la patata han llegado a la misma conclusión tirana y buenista, y no cesan en inculcarnos lo que no puede importarnos menos, como si estuviéramos de colonias en un campo de reeducación comunista.

En el caso de Vox se exagera la gravedad de unos pactos vecinales y otra vez coinciden los cínicos que quieren asustarnos con la extrema derecha y los acomplejados que se lo creen; los que engañan a unos cuantos prometiendo independencias imposibles y los que engañan a los otros jurando delirantes reconquistas. Lo contrario de un fanatismo no es tu fanatismo, sino la verdad. El desquite hiperbólico es más divertido, pero cuando la realidad no importa sólo queda la farsa y entonces gana el rey de los farsantes, que es Pedro Sánchez.

La gran miseria de la España de hoy es la dejadez de las inteligencias razonables, que no tienen la valentía de centrar el debate en los términos adecuados. Cobardes del medio que no se atreven a decir que el fútbol femenino no será nunca relevante porque se basa en el 'agit-prop' del género y no en la calidad del juego, inevitablemente viril. La obviedad de que la élite del fútbol y de cualquier otro deporte –salvo los bailarines– sólo pueden alcanzarla los hombres no implica que no respetemos o no queramos a las mujeres, y al final sólo hay que comparar los 'shares' televisivos y los contratos publicitarios. Pero por supuesto lo nuclear no es la tontería del fútbol de chicas sino los hombres inocentes que por culpa de nuestro silencio no pueden ver a sus hijos o están en la cárcel. Si tiembla la valentía, tiembla la libertad.

Le tiembla también a Feijóo con Vox y no se atreve a imponer, a definir el terreno de juego. La presidenta de Madrid ha sabido con mucha más naturalidad marcar sus cercanías y distancias con el partido de Abascal, y su mayoría absoluta es una lección y deja en evidencia el pobre resultado que su partido obtuvo en la elección general. La abultada derrota del PP en País Vasco y Cataluña tiene igualmente que ver con que el partido pequeño asustó más que la esperanza que no supo proyectar el macho alfa, impotente y afectado.

Los que acusan a Isabel Ayuso de vivir en el conflicto permanente, como si le gustara, son los que luego lloran lo perdido por no haberse defendido. Si borras de los periódicos de estos días el fútbol femenino y los pactos con Vox queda la abrumadora cantidad de páginas en blanco que en nuestra incomparecencia escribieron los del caldo de cultivo de la victoria socialista.

Vox son unos cretinos. Pero el PP ha perdido porque se ha instalado en el espacio moral de al fútbol normal, llamarlo «masculino».

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