Cada vez más raso

Fraga traicionó su atlantismo para tratar de castigar a Felipe y Feijóo para acorralar a Sánchez se ha levantado contra el principio constitucional de que «todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica». Son tacticismos que terminan mal porque al final cuesta confiar en quien ves que se toma la política como un juego de canicas. El salario mínimo se ha incrementado un 61 por ciento con este presidente y gracias al esfuerzo fiscal de todos. Sería mandar un mensaje terrible –y sobre todo equivocado– que los beneficiados de la solidaridad no fueran a su vez solidarios para ayudar, tal como ellos fueron ayudados cuando más lo necesitaban, a otros que de momento no han tenido su suerte.

Yo puedo entender que esto Sumar no sea capaz de comprenderlo. Su populismo, la estructural falta de inteligencia que se requiere para ser comunista (o aproximado) y la particular limitación intelectual de sus actuales líderes no permiten ninguna clase de optimismo razonador. Pero resulta deprimente que el PP ceda al facilismo de brocha gorda y se sume al tumulto irracional y caótico de los que excitan las bajas pasiones.

El comportamiento de Yolanda Díaz en la rueda de prensa del Consejo de Ministros fue de una amateurismo humillante para cualquier democracia. Fue indecoroso, tonto, contrario a sus intereses y sin darse cuenta de cómo los dañaba, y demostró que los de su segmento ideológico –por decirlo del modo más cursi, como merecen– no están preparados para nada más que para la pancarta, el exabrupto, la agitación callejera, el libelo y el piquete. Cualquier elaboración política o mental que implique algún grado de complejidad les es dramáticamente ajena. Cualquier visión o estrategia a medio o largo plazo precisa de una percepción cognitiva de la que carecen por completo. El mismo daño que Vox le hace al PP se lo hacen al PSOE Sumar y Podemos.

Yolanda Díaz está incómoda en su ministerio tal como Abascal lo estuvo en las comunidades que llegó a gobernar con el PP. Son prepolíticos en un país que se ha acostumbrado a vivir sin pensar en las consecuencias de sus actos y a votar para darse el gustazo. Así las cosas, no puede sorprendernos la baja calidad del Gobierno y de la oposición, y por eso me llama la atención que el pueblo soberano se las dé de ofendidito, de burlado y hable en tercera persona de su supuesta indignación e insulte a «los políticos» como si no los hubiera elegido y bajo la expresa exigencia y condición de que mantengan un vuelo cada vez más raso.