todo irá bien
Todo lo que ya no está
Tras la caída del Muro de Berlín, el feminismo y el ecologismo son las microexplosiones con que el marxismo pretende aún sustituir a Dios
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Iniciar sesiónCuando Dios tiembla se enredan las tinieblas. Cuando lo trascendente no está tensado se reproducen en metástasis la queja, la rendición y la mediocridad. Ana Iris Simón ha escrito un artículo sobre las mujeres «decepcionadas» con la maternidad porque se sienten obligadas no sólo ... a ser buenas madres en el hogar sino buenas profesionales en sus trabajos. «Rotas las cadenas de ayer no vino la libertad sino grilletes nuevos», llega a decir la columnista sobre ser madre.
Ana Iris Simón critica lo que lleva décadas difundiendo el panfleto más severo y atroz con que ha contado el mal para la destrucción del alma, que es el periódico en el que ella trabaja. Es lo que hace siempre la izquierda: predicar y legitimar la destrucción del hombre en nombre del progresismo y cuando el fracaso es ya indigerible se pregunta con cinismo «cómo puede ser que esto haya ocurrido». Como si no lo hubieras hecho tú a cambio de los cientos de miles de euros que ahora engordan tu bolsillo. Justificar a las supuestas madres decepcionadas y convertirlas en víctimas es su penúltimo atentando contra la belleza, contra la ternura, contra lo que hay en nosotros que nos distingue de las bestias. Es un escándalo que los más siniestros apologetas de la desaprensión y la bajeza se atrevan a dar lecciones. Siempre culpando a los demás y sin asumir la responsabilidad de sus actos, la señora Simón convierte a los monstruos que en realidad son las madres que reniegan de serlo en pobrecitas perjudicadas por la publicidad que ella y los suyos han puesto en ondulación con su odio, su frivolidad y su arrogancia.
En lugar de sentir vergüenza y de pedir perdón, como hacemos las personas normales cuando nos damos cuenta del daño que hemos causado, Ana Iris pretende involucrarnos a todos en su retorcida terapia, como si fuera culpa de la masculinidad, por haberles exigido demasiado, la truculencia de estas mujeres, cuando fueron ellas quienes dinamitaron su rol ante nuestro asombro y rechazo. También entre ellas se creyeron sus propias mentiras y por advertirles que lo eran nos acusaron de machistas y de patriarcado. Ésta es vuestra tierra yerma y el pesar de una madre por el hecho de serlo no puede abordarse bajo ninguna otra perspectiva que el desequilibrio mental y la devastación espiritual. Pretender que el sacrificio desmiente la maternidad es estar podrida de inconsistencia y de banalidad.
Tras la caída del Muro de Berlín, el feminismo y el ecologismo son las microexplosiones con que el marxismo pretende aún sustituir a Dios hasta convertir al hombre en un ser que se da asco a sí mismo. De este asco nace la madre decepcionada y el relato que la justifica. De la negación del hombre hecho a la imagen y semejanza de Dios en que se basa cualquier idealismo izquierdista brota el hombre convertido en museo de la cloaca, en asesino del niño íntimo al que encima Ana Iris tiene la desfachatez de presentar como culpable.
Claro que el vacío existe. Pero no es neutral. Vosotras fuisteis las que robasteis todo lo que ya no está.
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