TODO IRÁ BIEN
Manuel Marchena
Oscuros y difíciles tiempos nos aguardan sin su escrúpulo
Dignidades de bolsillo
García Ortiz y 'Celeste'
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Iniciar sesiónHa sido la columna vertebral de España y no por haber tomado partido o patriotismo como maliciosamente le atribuyen algunos de sus detractores sino por la pulcritud con que ha hecho su trabajo. Le ha tocado ejercer en la hora más oscura, difícil, amarga. Y ... pegado a su oficio y desde su estricta condición de servidor público ha encarnado al Estado cuando por lo menos una parte del Estado parecía dormida y hasta batirse en retirada. Los que somos padres le debemos que nos haya sostenido la democracia y la convivencia y haber podido educar a nuestros hijos en el civismo de que aún tiene sentido el respeto a la Ley y al espacio compartido.
Manuel Marchena ha guardado la casa de todos mientras los bárbaros acechaban rompiendo cristales. Y lo ha hecho con la ilustración, la palabra bien dicha que cura, la ciudadanía elevada por el sentido del deber y la Justicia quirúrgica contra el tumulto de quienes durante tantos años han querido pisotear al distinto y llevarse por delante lo que no era suyo.
Los que creen que se ha extralimitado como juez no entienden que si les ha parecido que ocupaba más espacio sólo ha sido porque los demás no ocupaban el suyo y la verdad parece escandalosa cuando todos mienten o se comportan como idiotas. En una España cateta, atrasada, provinciana, en que la mezquindad ha predominado en cada bando, el juez Marchena ha higienizado la vida pública desinfectándola de fanatismo y de asalto, a mano armada o figurada. Cuando todo caía él ha permanecido. Cuando todo el mundo gritaba él se expresó en su sentencia exacta. Cuando la turba de uno y otro lado clamaba venganza y sangre él desempañó el espejo culto y ecuánime para que yo pudiera tomar a mi hija de la mano, ponerme frente a él y decirle: «¿Ves, Maria? Esto es lo que somos».
Así ha escrito Marchena la historia de España mientras ha sido presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Así ha ordenado nuestras vidas. Hasta aquí hemos llegado de su mano, y oscuros y difíciles tiempos nos aguardan sin su escrúpulo en esta España enloquecida por el enfermizo inmiscuirse en la vida de los otros; y la tinieblas que siempre llegan cuando se da la razón y las llaves a quien más grita en la calle alborotada.
¿Te vamos a echar de menos? Nos vamos a echar de menos. Porque aunque desde la Transición hemos cometido muchos errores, hemos perdido oportunidades y hay cosas que podríamos haber hecho mucho mejor e incluso no haberlas hecho, de fondo y dando por descontada nuestra humana imperfección, hemos podido sentirnos casi siempre orgullosos de lo que somos. Pero con el fin de tu presidencia, Manolo, y permíteme que te llame así desde mi corazón, desde mi álbum de cromos, pienso que se desdibuja la claridad en el espejo y queda temblando nuestro civis romanus sum, ese hilo conductor con lo civilizado. Somos las muñecas tiradas al patio y ya no queda nadie para vigilarlas.
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