todo irá bien
Tu grito, tu ira, tu mueca
Está lo que Puigdemont nos ha hecho y está sobre todo lo que hemos permitido que nos haga
La maldad catalana
Un regreso desesperado
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónA partir de hoy se empieza a cerrar uno de los ciclos políticos y morales más grotescos de nuestra historia reciente. Habríamos querido un fin de fiesta más eufórico pero es indiscutible la victoria. La detención de Puigdemont, con el circo que el expresidente quiera regalarnos ... , y la investidura de Salvador Illa, que probablemente no se haga efectiva hasta el sábado o el domingo, marcan el principio de un tiempo nuevo y el final de una etapa demasiado importante como para hablar de ella en tercera persona. Todos hemos formado parte de este momento y deberíamos preguntarnos cómo hemos estado.
No sé si podemos estar muy orgullosos de la tanta atención que hemos prestado al vaquilla catalán. No estoy seguro de que, por lo menos en parte, su aventura no la hayamos patrocinado los que más aspavientos hemos hecho por denunciarla; los que con más escándalo hemos asistido a cada uno de sus trucos callejeros haciéndole un caso que por ejemplo las televisiones han aprendido a no hacer a los que saltan al terreno de juego durante el partido. También nosotros como ciudadanos educados y libres tenemos una responsabilidad en los conflictos, y el deber de aprender en cada episodio de los aciertos y los errores. Es así como las naciones y los Estados serios avanzan y construyen su historia. Los que nunca aprenden y siempre vuelven a empezar son tribus de taparrabo y tamtam y hechicero loco danzando.
Como hoy volverá a demostrarse, Puigdemont aprovechará el ruido de sus detractores para revestir de épica lo que sin la pirotecnia de nuestra indignación habría sido no más que una entrega, cobarde y perdedora, a las autoridades españolas. Ninguna estrella de cine o cantante que visitara esta tarde nuestro país lograría la cobertura mediática que vamos a dispensar al forajido cuando escenifique su regreso. ¿Hemos estado a la altura del orden y la Ley que defendemos o nos hemos comportado como histéricas y hemos dado un protagonismo absurdo a un pobre payés errante? Es una pregunta que nos tendríamos que poder responder. Está lo que Puigdemont nos ha hecho y está sobre todo lo que hemos permitido que nos haga: algunos por siete votos, otros por un enroscado complejo de inferioridad, y la mayoría por una incontinencia que es lo contrario de una actitud serena, sólida, inteligente, protectora de lo civilizado, que entiende la importancia de España y la defiende en lógica consonancia. Ni que sólo sea por un instante, deja de mirar a Puigdemont como a un enemigo y mírate en él como en un espejo. Tu grito, tu ira, tu mueca han sido sus armas más lacerantes.
Tener razón es, como todo lo importante, mucho más un deber que un derecho. Chilla menos y crece más, chico. Que Puigdemont ha sido derrotado es tan cierto y definitivo como que muchos de los que más lo deseaban todavía no lo han entendido.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete