TODO IRÁ BIEN

Estofado de ayer

De Valencia queda aprender que hay que asumir y explicar lo que haces

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La primera obligación del PP tras el 15M y el proceso independentista era extirpar el linfoma de Ciudadanos y Vox. Ciudadanos ya ni existe y Vox mengua en cada encuesta. Feijóo capitaliza el drenaje de los populismos a su derecha, aprendida la lección –si ... es que tenía que aprenderla– de la devastación que para el PSOE y el gobierno de Sánchez ha supuesto Podemos.

Queda aún algo de Vox. No mucho y va a menos pero es importante que los españoles entiendan que España necesita a un presidente que pueda mandar desde la tranquilidad, la moderación reformista y la inteligencia razonadora. Sólo desde el realismo centrado se puede generar estabilidad y prosperidad. Puestos a perder, sería una buena noticia que el PSOE obtuviera los máximos diputados de la izquierda en detrimento de los nacionalistas y Podemos. Además de ganar, lo ideal sería que el PP alcanzara los 160 diputados y que Vox cayera en la irrelevancia hasta la extinción total. Curarse los populismos es el primer auxilio para cualquier destino. Ayuso lo ha hecho en Madrid con ganas. Feijóo lo está haciendo desde el táper en la nevera, y lo está haciendo muy bien, aunque su último hurra olerá a estofado de ayer. El PP acierta escenificando su rechazo al partido de Abascal y no sólo para enjuagar el miedo a la extrema derecha –que no existe– de cara a las elecciones del 23 de julio, sino porque es un bien en sí mismo erradicar estas dinámicas tóxicas, absurdas y pueblerinas. Además es práctico y gobernar tiene que ser práctico. No es una idea muy romántica pero la vida es marrullera y pasan cosas increíbles y los gobiernos tienen que ser fáciles de manejar para resultar eficaces.

Vox es un partido tonto. No entiende la realidad ni mucho menos el poder. No está interesado en los españoles sino en sus majaderías ideológicas. Sus votantes no son todos tontos, pero desde luego hacen el tonto cuando derrapan al extremo en lugar de reforzar el centro. Los votantes no siempre tienen razón. De hecho, casi nunca la tienen. Mira cómo nos ha ido en Cataluña, aunque también es cierto que los partidos independentistas son mucho más tontos que Vox.

Es crucial para España que por una vez hiperbólicos e irredentos sean por lo menos la mitad de patriotas de lo que alardean y el doble de inteligentes de lo que parecen; y no usen los órganos inferiores a la hora de decidir el voto como hicieron en 2019 los electores menos capacitados de la izquierda votando a Podemos en lugar de a Sánchez, y provocando contra sus intereses el inminente vuelco de la derecha. En contra de lo que escribí en algunos artículos muy crueles, Feijóo ha acreditado que a su frigorífica manera puede derrotar a Sánchez y hasta acercarse a gobernar en solitario.

De Valencia queda aprender que hay que asumir y explicar lo que haces, y que no es bueno buscar excusas patateras, porque luego Carlos Flores –injustamente linchado por un divorcio mal llevado hace 20 años– se retira y el pacto con Vox tienes igualmente que comértelo.

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