Equivocarse de gallina

Sánchez no tiene ningún otro escrúpulo que el poder y va a resistir porque dispone de una suficiente mayoría parlamentaria. Estáis tirando de la gallina equivocada, está en otra bolsa la piñata. Una bolsa que se llama Vox y elecciones anticipadas y que ahora mismo os aplastaría si os cayera encima, porque otros niños más listos están mejor situados para llevarse los regalitos. Una derecha que os suponemos ilustrada no tendríais que vivir en la ilusión provinciana de tener La Moncloa a un paso. Con Teresa Ribera el PP tirasteis también de la gallina equivocada. Yo no sé por qué Feijóo reclama tanto el adelanto electoral cuando lo más fácil es que volvierais a hacer el ridículo de julio.

No, Alberto. No tienes La Moncloa a un paso. La tienes a 176 diputados que por ahora no tienes ni sumas. No los tienes porque te dejas chulear por Vox –Isabel no se deja–; y no los sumas porque no eres capaz de seducirlos. En tu partido dicen que el presidente Sánchez está loco pero ha sido capaz de juntar los muchos apoyos que necesitaba para mandar y vosotros, que sois incapaces de salir sin tropezar de vuestro parterre, por no entender no os entendéis ni con la otra derecha, con la que de todos modos tampoco sumáis y ahora encima os chulea con los presupuestos autonómicos.

El escándalo no es Sánchez. El escándalo son los estériles aspavientos de una derecha que cuenta peras en la cesta de las castañas. El presidente Rajoy no cayó por aquella sentencia. Cayó porque el PNV votó la moción de censura de Sánchez y ese voto es el que Iván Redondo llevaba tiempo trabajando. Los socios de Sánchez no tienen ningún aliciente para votar una moción de Feijóo, pero tampoco nadie los ha trabajado.

Es verdad que la política depende de muchos factores y la suerte es uno de ellos. Es igualmente cierto que no todos los momentos son el momento y que mantenerse en el poder es más fácil que llegar. Pero todas las cosas que el PP podría estar haciendo bien para aprovechar la oportunidad cuando se presente las está echando a perder y cuando os veo en la distancia mi único sentimiento es el desconsuelo. Y no creas que te bastará odiar a Pedro para salir del túper, querido Alberto.