Zapatilla mum

En la magnífica cobertura que Laura Marta ha estado haciendo en Nueva Zelanda del Mundial están los partidos y crónicas de esas mujeres de pelo largo recogido que juegan en la selección. Pero también nos ha hablado Laura de aquellas mujeres de pelo corto que jugaban hace años y todavía pueden contar las penurias, como Encarna Caracuel, de 71 años, que ganó con su equipo a ese Barcelona de Ramallets. Su padre no la dejaba jugar. La quisieron fichar en Italia y le dijo que, si salía de casa, no volviera. «Me da un poco de pena haber nacido antes de tiempo. Ahora podría estar jugando el Mundial. Y eso que creo que todavía se hace un poco de menos el fútbol femenino». A ver, no nos engañemos, pese a las páginas de periódico, horas de radio y televisión, tampoco es que interese demasiado. Menos mal que está Iberdrola.

Lo que no tenía sentido es que hace años viéramos cómo EE.UU. era una potencia. Un país sin tradición futbolística, demonios. Pero las niñas jugaban. Y con niños. Era un deporte más. Mia Hamm, estrella americana anterior a la pelma de Megan Rapinoe, ganó dos oros olímpicos y dos mundiales. Habríamos entendido que EE.UU. fuera potencia en lacrosse, ¿pero en fútbol? Claro, que mientras ellas tenían una 'soccer mum', nosotras teníamos una 'zapatilla mum'.