Vivimos como suizos

El 'shar pei' de Hunter

¿A quién no le gusta la alegría? ¿Quién no disfruta del juego de Alcaraz o del de la selección?

Holanda no se ve

Una muda

Hay segundas vidas. Una es el cine. Una vida de repuesto, según Garci. También la televisión. Por eso al enterarme de la muerte de James B. Sikking, el teniente Hunter de 'Canción triste de Hill Street', he pensado en su 'shar pei', el primer ... perro de ese tipo que yo había visto. Furillo, Belker, Bates, el sargento Phil Sterhaus (tengan cuidado ahí afuera) o Joyce Davenport eran como de mi familia. También el cachorro de 'shar pei', el perro arrugado del teniente Hunter. La otra segunda vida es la de tu equipo. También la de un tenista o un ciclista. Ahora no tenemos ciclistas, solo nos queda Masibón, pero tenista y equipos de fútbol, sí. Puede ser el Real Madrid (y sí, otros también, vale) o la selección de fútbol.

Antes de la final, Wayne Rooney decía que aparte del trabajo bien hecho y las individualidades, la mayor diferencia con la selección inglesa de su generación era la falta de miedo. Que ellos estaban pendientes de no meter la pata, de no fallar, de que no los echaran a los leones. En la nueva generación futbolística española, en este segundo ciclo de bonanza, también hay falta de miedo. Y descaro. Jugar por jugar. Jugar para ganar jugando. Carlos Alcaraz comparte todo eso.

El sufrimiento no sirve para nada, no hace mejores a las personas, aunque recordarlo con humor quizá sirva para algo. No sé, para escribir. ¿A quién no le gusta la alegría? Y no me refiero a la Alegría de C.S. Lewis, la de su conversión, sino a la de andar por casa viendo la televisión. ¿Quién no disfruta del juego de Alcaraz o del de la selección? ¿Quién no es feliz ese rato? Alain, quien mejor ha escrito de la felicidad, también escribió que las pasiones son como la peste y como el tifus. Pero se refería a otras pasiones menos confesables que la del fútbol. «Desde el momento en que hay dos facciones armadas, el sentido común desaparece». De eso sabemos mucho los españoles. Es verdad que a veces el sufrimiento (de los demás) entretiene. Era más divertido ver ganar a Perico Delgado que a Miguel Induráin. Demasiado fácil. Pero con Alcaraz y la selección no hace falta sufrimiento. La samba no está reñida con el trabajo, pese a lo que dijera Emilio Aragón.

Según Nick Hornby, que tanto ha escrito de fútbol, el estado natural del aficionado es estar amargado, da igual el resultado. Pero eso pasa también con los entrenadores. Bobby Robson era el seleccionador inglés cuando Maradona hizo el gol del siglo en México (y el que metió con la mano). No me extraña que el periodista de 'The Guardian' David Lacey dijera que su expresión natural era la de un hombre que temiese haberse dejado el gas abierto.

Volviendo a la tele, no hubo 'crossover' entre la selección y Alcaraz en la celebración. Eso no nos quita la alegría. Y la cara que se nos ha quedado de acariciar 'shar peis', no de habernos dejado la llave del gas abierto.

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