Vivimos como suizos
Qué pena, pena
Macron, a quien ya le ardió Notre-Dame, persevera en el ridículo con lo del Louvre. Pero peor es lo de la deuda
Pipas en la 'chaise longue'
Misses
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Iniciar sesiónNo tengo claro quién es más importante, si la Virgen de la Fuensanta o Eugenia de Montijo. Qué pena, pena, que te vayas de España para ser reina. Cuatro tipos entraron el domingo en el Louvre recién abierto. Llegaron con una escalera montacargas y una radial ... , con la que rompieron las vitrinas donde están las joyas napoleónicas. Hombre, mejor que usarla para matar a tus hijas. Y, oye, que Napoleón también cogía lo que no era suyo.
7 minutos los tíos. En la huida, perdieron una corona de diamantes de la emperatriz Eugenia de Montijo, hija de doña María Manuela. No tocaron el Regent, de 140 kilates. El ministro del Interior habló del «valor incalculable». Macron dijo que era «un ataque al patrimonio que forma parte de la Historia» del país. Si se hubieran llevado un David, no sé, 'La coronación de Napoleón', lo vería más grave. Pero a ver cómo te lo llevas y dónde lo vendes. Las joyas, históricas o no, son más fáciles de colocar. Menos el Regent. Macron, al que ya le ardió Notre-Dame, se pone Ozempic y engorda. El ridículo se une a la deuda. En el Banco de Francia dicen del país que la actividad resiste mejor que la moral. Pobres. Y ahora esto. Desde hace medio siglo todos los presupuestos han sido deficitarios. Cómo no van a petar la economía y el estado de bienestar. Tanto cambio climático, tanto cambio climático, pero vamos a irnos al carajo por el faraónico gasto público. Barbas vecinas. Como diría un amigo mío, gastamos como si tuviéramos… ¡y no tenemos!
Las crónicas periodísticas se han apresurado a recordar otros robos de cuadros. 'El grito', 'La Gioconda'. En 1977, en Murcia robaron las joyas de la Virgen de la Fuensanta y fue una conmoción en la ciudad. Sólo la corona de la patrona tenía 5.872 piedras preciosas entre brillantes, diamantes, zafiros, esmeraldas, rubíes y topacios. Y la del Niño, 1.749 piedras. Nunca se recuperaron, salvo otras piezas del museo como una cruz del cardenal Belluga. Y no se condenó a nadie, pese a que los investigadores estuvieron cerca de los autores. Si Le Pen ha dicho que este ataque supone una «herida en el alma francesa», en Murcia, el joyero Julio Torres, encargado de valorar lo robado, diría: «Han robado el corazón de Murcia; lo de menos son los millones». Unos 300 de la época.
Antonio Botías, que habló con el preso que ideó el golpe, ha recordado en sus escritos que los ladrones accedieron de madrugada a través de la puerta del Pozo de la catedral, subieron a la torre y recorrieron las bóvedas del templo hasta llegar a la capilla de los Vélez. Allí había una escalera de electricistas. Además, utilizaron una desconocida escalera de caracol. Las escaleras, siempre protagonistas. Cortaron barrotes con soplete y llegaron de manera fácil al museo. Ya digo, una conmoción. Como si no hubiéramos tenido suficiente con la muerte de Fofó el año anterior.
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