Vivimos como suizos

Odiar a Alcaraz

Un presidente de los Estados Unidos, aunque sea Donald Trump, es un presidente de los Estados Unidos

Deshumanización

Los buenos

En una carta a Albert Camus, Victoria Ocampo escribió: «No soy nada cuando no amo. Hoy en día, la gente no es nadie cuando no odia. La época lo quiere así. Estoy fuera de época». Da igual la época. En todo caso fue antes de ... 1960, que es el año en el que Camus murió en un accidente de coche. Por supuesto, cada uno puede odiar lo que quiera y a quien quiera. A Bambi. A Teresa de Calcuta. A Torrebruno. A uno mismo. Miren El Gran Wyoming: «Antes me miraban raro y ahora me llaman hijo de puta». No lo veas. Wyoming, imán de exabruptos, fue uno de los primeros en reírse de sí mismo con 'Todo sobre mi madre', la sección que llevaba Yolanda Ramos. Era un repaso de lo que se decía en internet. En blogs y foros, miren qué antigüedad. 2006. La basura que ha llovido.

¿Pero odiar a Carlos Alcaraz? Pues también. Le preguntaron en una rueda de prensa qué le parecía la presencia de Trump en la final y dijo que tener al presidente era un privilegio y bueno para el tenis. También que esperaba no ponerse nervioso. Menudo facha. Como Nadal. Y recuerden que también dio un 'me gusta' a Carvajal cuando este no miró a Pedro Sánchez mientras le daba la mano en la Moncloa tras el triunfo en la Eurocopa.

Te preguntan en un país por su presidente. Aunque sepas que el país está dividido, como el nuestro, ¿qué vas a decir? ¿Lo de no ponerse nervioso por salir del paso es adhesión a Trump? Un presidente de Estados Unidos, aunque sea Donald Trump, es un presidente de Estados Unidos. Como un hombre en la cama es un hombre en la cama, que diría Luis Ciges a Resines en 'Amanece que no es poco'. Y un presidente en la final del US Open no se había visto desde Bill Clinton el año 2000. 'Respect' cantaría Aretha Franklin. Aunque a Alcaraz le guste Bad Bunny.

Lo que más sorprende (o no, vale) es que Trump, que ha ido numerosas ocasiones a Flushing Meadows, en Queens, de donde es, fue invitado por una marca. La última vez que se le vio fue en unos cuartos de final en 2015, meses después de anunciar su primera candidatura a la presidencia del país. Lo abuchearon. El domingo hubo aplausos y abucheos. Aunque en la tele no se escucharan muy bien. Ya digo, fue a la final porque lo invitó una marca de relojes. Ya saben qué marca. Menudos cataplines. Imaginen que Sánchez fuera invitado por una marca a la Caja Mágica. La que se liaba. Como si nos enteráramos de que lo invitan a unas vacaciones en un hotel carísimo. Oye, pero ahí está la marca suiza invitando a Trump y él yendo pese a los aranceles del 39 por ciento que ha cascado al país, más altos que a la Unión Europea. La Casa Blanca declinó hacer comentarios sobre el hecho de que el presidente aceptara una invitación corporativa.

Yo también me pondría nerviosa de pensar que Shonda Rhimes estaba viendo la final. Mira, hay gente que odia 'Anatomía de Grey'. Pudiendo odiar 'Los Bridgerton'.

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