vivimos como suizos

Dos niñas gordas

¿Se puede abandonar a unos padres? ¿Y escribir contra ellos?

Pensamientos salvajes

¿Preparados para el pepinazo?

La fealdad se resume en pegarle a un padre. Pero dependerá del padre. O de la madre. Las últimas semanas hemos visto en los periódicos al escritor italiano Andrea Bajani promocionando su novela 'El aniversario' (Anagrama). Plantea la ruptura de un hijo con sus padres ... . Bajani cuestiona la certeza y el tabú cultural y político de la institución familiar, algo intocable. El protagonista cuarentañero decide abandonar a sus progenitores tras rechazar la violencia de su padre y a una madre sumisa. Los titulares de sus entrevistas se condensan en: «¿Se puede abandonar a un padre y a una madre?». Una pregunta escandalosa. En Italia y en España.

Acaba de morir María Riva, la hija de Marlene Dietrich. Christina, la de Joan Crawford, se vengó en 'Queridísima mamá', pero agárrate al libro que María Riva publicó en 1992, un año después de morir la Dietrich. «A los tres años sabía que no tenía madre, pertenecía a una reina». Ni la escolarizó ni tenía amigos. Dietrich la usaba como criada personal y no le dijeron su edad para que la actriz pareciera más joven. Hasta creía que 'María, hija de Marlene Dietrich' era su nombre. A partir de los trece años sufrió abusos sexuales de una institutriz lesbiana casi todas las noches durante dieciocho meses. Acabó alcohólica y con pensamientos suicidas. Una de sus pocas amigas fue la amante rusa de su padre, Tami Matul. Pasaba por ser su niñera, pero sufría abusos tanto de su padre como de su madre. Escribió Riva que Matul se vio obligada a someterse a quince abortos. Terminó en un manicomio. Sería el síndrome posaborto.

Según Riva, su madre tuvo mucho que ver en su abuso sexual. «De alguna manera fui entrenada para la violación. Siempre obediente, siempre tratando de complacer». Marlene Dietrich antes de morir dijo de su hija que era la única que conocía su historia. Es como si la hija hubiera pegado a su madre con el pico del libro. No es feo pegar a esa madre.

Riva, que creció en la Paramount, tenía doce cuando fue a su primer cumpleaños, el de Judy Garland. «Nos hicimos amigas. Dos niñas gordas sentadas en un columpio».

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