vivimos como suizos
A cuatro patas
Escribió Machado en 1929 que la gente parecía satisfecha de haber nacido; hoy parecemos satisfechos por tener luz
Pobre Joan Crawford
Casa de baños
Haber pasado de quemar conventos a quemar contenedores tampoco es para ponernos chulos. Y para que me hiele el corazón una de las dos Españas, que me la hiele una de las dos Guayanas. He visto la exposición de los Machado en la RAE. ... Empieza por la infancia y acaba por la muerte. Nada extraordinario. Es el camino que marcan. Pero te pone de tan mala leche que sería mejor recorrerlo sin mirar y cuando se llegue al final empezar al revés. O sea, por la guerra, por la muerte. E ir volviendo a la infancia. A la abuela pintora. Al huerto claro donde madura el limonero. Aunque sepamos el final de la película. Aunque Colliure suene tan triste como Dresde.
Igual que me cambio por un Kennedy muerto (JFK, Bobby o John John), me cambio por un Federico muerto, pero no por un Machado muerto. Ni vivo. ¿Preferiría ser Federico o Machado? Federico. Incluso en la hora de la muerte. Pese a esa dignidad de Machado. La que le lleva en plena guerra a no aceptar la invitación para impartir literatura española en Oxford.
Entre apagones, enchufadas ineptas y golpes de pecho por la recuperación de nuestra borreguil anormalidad, tenemos a un hijo de Conde Pumpido colocado en Telefónica el día negro. Y claro que la otra España te va a decir que si Villalonga, que si Blesa, que si el cuñado de Arias Cañete. Pero en estos asuntos no hay colores. Ya le dijo Candela Peña a Luz Sánchez-Mellado que llevaba a su hijo a un colegio privado. «Con esta profesión es lo único que le voy a poder dejar: un cole donde haga contactos. Su madre no trabajará, pero él conocerá gente». Puedes ser Villalonga para Aznar. O la rehala de Conde Pumpido para Sánchez.
Volviendo a Machado, escribió el poeta una carta en 1929 a Unamuno, estando este en el exilio: «De política, acaso sepa usted desde ahí más que nosotros, los que vivimos en España, Aquí, en apariencia al menos, no pasa nada. Las gentes parecen satisfechas de haber nacido. Nadie piensa en el mañana. Para muchos una caída en cuatro pies tiene el grave peligro de encontrar demasiado cómoda la postura». Vamos a cuatro patas. Y tan contentos.
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