Barones rampantes

Es verdad que no soy de ir a países árabes (llámenme lo que quieran). No sé, volvería a La Mamounia solo si un helicóptero me depositara en los jardines sin tener que pisar las calles de Marrakech. Imaginen lo que me parecen otros países. Mi marido se iba a ir solito, aunque jugara la mismísima final del Mundial.

A propósito de esos sucedidos durante la Supercopa de España en Yeda, hubo quien se quejó de que Movistar Plus + estaba blanqueando un país sin derechos humanos. Llegué a leer en el chiringuito de Elon Musk: «Si tenéis un mínimo de dignidad, daros de baja en Movistar». Ya no como ripio, pero esta idea se ha vuelto a popularizar tras la toma de Telefónica. Que si la mafia criminal, que si me niego a que mis comunicaciones estén controladas e intervenidas por el Gobierno. Me puede parecer lo que me parezca que Pallete haya sido sustituido por Murtra y todo lo demás, pero no pienso darme de baja de Movistar Plus+. Tratamos de ser libres, pero hay un límite si uno pretende aprovechar lo aprovechable. Ya me gustaría ser Cosimo, el barón rampante de Calvino. Y manifestar mi individualidad viviendo en los árboles (y claro que prefiero la casa de Tarzán y Jane, tan de salir en el 'AD'). Si vives en sociedad tienes que ceder parte de tu libertad. No existe la libertad absoluta, no tiene que venir Goethe a decirme lo de que nadie es más esclavo que quien cree falsamente ser libre. Mejor Camus: la única manera de lidiar con la falta de libertad es ser tan libre que tu propia existencia sea un acto de rebelión. Y supongo que eso puedo relacionarlo con lo de que el único problema filosófico serio es el suicidio.

No voy a dejar de ver 'Ley y orden: UVE'. Que sí, que lo puedo ver en otra operadora. Ahí está mi tontísima libertad. Como la de no ir a donde se me trate mal.