El abuelo Croce

Por no hablar de su madre, Elena Croce, que se graduó en jurisprudencia con 20 años en 1935 y una tesis sobre el Parlamento de Aragón. Y que para su boda con Raimondo Craveri, el poeta Achille Geremicca, amigo de la familia, compuso una antología de versos. Es más, a la madre de Benedetta se debe el reconocimiento de 'El gatopardo', de Lampedusa, que había sido rechazada por Mondadori y Einaudi. Croce lo recomendó a Giorgio Bassani y se publicó en Feltrinelli. Y me gustan mucho sus cartas con María Zambrano publicadas por Pre-Textos ('Hasta pronto, pues, y hasta siempre') ¿Cómo no iba a hablar esa gente de cosas importantes? Me los imagino viviendo entre una película de Visconti y una de Almodóvar (vestidos de colorines antes de que existiera Almodóvar).

Mis amigas y yo somos más de hablar de cosas no importantes. Aunque estos días nos hemos planteado una cuestión que nos ha parecido muy relevante. A ver, si no tuvieras más remedio, ¿con quién te acostarías? ¿Con Errejón o con Ábalos? Todas hemos elegido a Ábalos. Sin matices, sin dudar. Por lo menos Ábalos se ha arreglado los piños.

Errejón es ese tipo que escribió 'sobretodo' hasta 30 veces en su tesis doctoral. El intelectual de Podemos. Y no se refería a la prenda. De semejante prenda ha dicho Juan José Millás en la Ser que «el personaje político era impecable y la persona el monstruo». Amárrame los pavos, impecable. Y Tania Sánchez: «Nos valía la pena, era un gran valor político». Que algo salido de Podemos haya tenido un gran valor político… Y digo salido sin segundas. Valor político para vosotros, no para los ciudadanos. Lo del plan para foll… que se les fue de las manos.

Estoy del Metoo y de los linchamientos hasta ahí. También de que no se pueda una reír de según qué denuncias. O de parte de las denuncias. Tanto como de la prosa de Errejón. Porque ya me dirán eso de recriminarle al presunto cerdo lo de no saber «lo que es la seducción, los tiempos y la escucha». ¿Alguien en la cama dice 'la escucha'? Y que el otro te diga: «Gracias, eso me va a servir para futuros encuentros», como si fuera un robot aprendiendo comportamientos humanos. Me da igual si Errejón es un Robespierre robespierrizado, o sea, guillotinado. Lo que hay que oponer al comportamiento de Errejón no es el feminismo, es la civilización. Ya lo decía el abuelito Croce: la civilización es la vigilancia continua contra la barbarie.