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arma y padrino

No sea usted Óscar Puente

Qué esperar de un gobierno que tiene a ese ministro ahí, no pese a ser como es sino, precisamente, por ser así: un individuo carente de modales

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Rebeca Argudo

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A mi hermana se le quedó cara de seta el día que otra madre le dijo, en la puerta del cole, que mi sobrino (6 años) le había dicho a su hijo que no sabía si podía ir a su casa a jugar porque «a ... mi madre le parece que tus padres son muy raros». Mi sobrino tiene la excusa de sus 6 años para justificar la imprudencia, ese poner a su madre en el brete de tener que explicar a una señora, a la que apenas conoce y de la que había emitido un juicio apresurado (y bastante ajustado, por cierto), que ella no había dicho eso (sí lo había dicho), que ya sabes cómo son los críos, que escuchan una cosa y a saber en sus cabecitas lo que se montan (no se había montado nada: lo había dicho), y ya ves tú, cómo va a decir ella algo así (que sí, que lo había dicho). Mi sobrino, digo, tiene la excusa de los 6 añitos, pero ya me dirán cuál es la de Óscar Puente para montar un cirio tan gratuito con Argentina al deslizar que su presidente «ingiere sustancias» y afirmar que es «mala gente». ¿Había necesidad? ¿Nos reporta como país algún beneficio irrenunciable faltar a quien está al mando de aquella nación, elegido democráticamente? ¿O es que solo es respetable el mandato de las urnas cuando los resultados coinciden con su particular sentir? ¿Se le habría olvidado al ministro el cargo que ostenta y que esa representación pública le exige ciertas responsabilidades?

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