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Arma y padrino

Una izquierda antidemocrática

Los procedimientos democráticos son para ellos, ya ni disimulan, un engorro

Nietas de los que quemaban brujas

Unas humildes sugerencias

Rebeca Argudo

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Estamos asistiendo estos días a un espectáculo tan desdichado que, de contar con el tiempo suficiente (factor imprescindible en el algoritmo que Woody Allen ponía en boca de Alan Alda en 'Delitos y faltas') daría lugar, sin duda, a una gran comedia. Pero, digo, nos ... falta el tiempo. Así que nos quedamos chapoteando solo en la tragedia y confiando en que, algún día, llegue el vodevil. De momento, lo que no podrá negar nadie es que a la izquierda institucional, actriz principal del sainete, se le ha acabado viendo, por si quedaba alguna duda bajo las transparencias, el color de la ropa interior. Como a esa amiga beoda que sale del baño del bar a las tres con la falda enganchada por detrás haciendo eses, sintiéndose sexy. Solo que en lugar de la falda, a esta izquierda lo que se le ha levantado es la máscara democrática.

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