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TRIBUNA ABIERTA

Un siglo de agoníadel cristianismo

«A los católicos nunca nos bastará con conocer las verdades de nuestra fe, hay que vivirlas, porque si las viviéramos de veras, no nos dejaríamos cazar como moscas en los sofismas de la modernidad»

Raúl Mayoral

María Zambrano siempre consideró a Unamuno como el incansable poeta de la angustia española. Heidegger aclaró la diferencia entre angustia y miedo. «Angustia es radicalmente distinto de miedo. Cuando se tiene miedo se pierde la seguridad para todo lo demás, es decir, se ... pierde la cabeza. La angustia no permite que sobrevenga semejante confusión. Lejos de ello, háyase penetrada por una especial tranquilidad». En 1924, en su destierro en Fuerteventura, Unamuno, que perforaba el tipo social hasta llegar a las honduras del individuo, se excava a sí mismo en búsqueda de un asidero en las profundidades de su alma, y lo halla en el sentir de su íntima lucha religiosa, de la que cobra conciencia, sacándola a la luz de su obra. Meses después, durante su exilio en París, escribe: «La agonía de mi patria, que se muere, ha removido en mi alma la agonía del cristianismo». En Unamuno, la esencia de España coincide con el problema fundamental de su vida personal, no abordando una cuestión ajena, sino su propia existencia. Le duele Dios y España, resultándoles inseparables españolidad y cristianismo. Su españolidad es una manera de ser cristiano.

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