Perdigones de plata
Voto de silencio
Para no ofender a sus socios, la han condenado a un extraño mutismo
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Iniciar sesiónNunca la conocimos. Nunca nos la presentó. Fue el último de la cuadrilla en liarse con una novia así en plan formal, sensual, sentimental, existencial, supongo que sexual, pero por alguna razón, en vez de integrarla, la mantenía oculta. «¿Cuándo vas a presentarnos a tu ... novia?», le preguntábamos con el tono de esa madre sobreprotectora a la que jamás le convence la pareja de su niñito, aunque fuese una réplica de madame Curie, porque piensa que es una pérfida lagarta dispuesta a corromperle. Pero el tipo alzaba las cejas despejando los balones que chutábamos contra su mustio corazón de presunto enamorado.
Transcurrieron meses y nada. Seguíamos sin averiguar quién era su pareja. Dos años más tarde el asunto se tornó una cuestión de estado que nos desesperaba. El tono, por ambas partes, sufrió una escalada. «Oye, macho, ¿pero qué pasa, nunca nos la vas a presentar?», mascullábamos. «No os lo merecéis, sois unos indeseables y unos cotillas asquerosos…». Nuestras sospechas de genuinos chismógrafos basculaban desde el «igual es tan fea que le avergüenza mostrarla» hasta el «igual es tan guapa como Claudia Cardinale en 'Los profesionales' y por eso teme que alguien se la levante». Pero el misterio jamás se desveló. Matrimonió con ella, no nos convidó al lindo bodorrio y marcharon a morar a otra ciudad. Perdimos todo contacto con él. Su novia no superó, pues, el estado de ectoplasma fantasmagórico. Me temo que a Margarita Robles le dedican, estos útimos meses, un tratamiento semejante. Para no ofender a sus socios, la han condenado a un extraño mutismo, a una suerte de enzulamiento perpetuo que se cimenta en el riguroso voto de silencio. Al menos, cuando su jefe la tildó de «pájara» en una conversación privada con el amigacho Ábalos, susurró un débil «jiji-jaja» de sonrisa torcida destinado a rebajar el veneno de la puñalada. Ahora ignoramos qué siente porque le impiden soltar prenda. Espero que, al menos, no le hayan aconsejado esa cosa tan abyecta y machista de «calladita estás más guapa». Lo espero de verdad.
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