Perdigones de plata
La vida privada
La vida privada del que fue, un suponer, la mano derecha de un presidente, indica hacia donde puede desembocar su vida pública
Negocios
Atrevida ignorancia
La vida privada de un gerifalte de la política me interesa porque entiendo que destripa la prolongación de sus instintos, de sus apetitos, de sus querencias, de sus aficiones y, en definitiva, de su sensatez o su insensatez. No me interesa para nutrir mis ... anhelos chismográficos o para colmar mis deseos morbosos. Me interesa porque ese señor maneja cientos, miles de millones, que previamente han extraído de nuestras exhaustas buchacas y, con eso, en fin, pocas bromas. Al pez gordo que maneja nuestras monedas le exijo una vida ejemplar, incluso a ser posible morigerada. Me gusta que sea un tipo soso, aburrido, cabezón, pelma, místico, matemático, de puntualidad científica y dedicado en cuerpo y alma a sus funciones de servidor público.
Sin duda todos (o casi) escondemos rincones o rinconcitos oscuros, pero no nos ganamos el pan y la sal ocupando butaca de tronío y ringorrango, ni disfrutamos de coche oficial y bello sueldo pespunteado de jugosas dietas. La vida privada de un ministro, por ejemplo, no representa una inviolable cámara acorazada ajena a nuestras legítimas pesquisas. Queremos saber porque su poder, como dicen en 'Spider-man', conlleva una gran responsabilidad. La vida privada de un mandamás no es la que le toleramos al vicioso y fascinante Ruanito que sobrevive en el Paris de la monumental 'Mil ojos esconde la noche' narrada por Prada; ni la de una estrella de rock como Jerry Lee Lewis cuando matrimonió con su prima de 14 años y luego, al huir del escándalo en Inglaterra, pronunció un célebre «¡Inglaterra, bésame el culo!», copiado por quien ustedes ya saben. La vida privada de un coloso que cobra de la Administración no puede permitirse una lluvia dorada, por la 'tajá' que sufría, como la de la diva y divina Ava Gardner en el vestíbulo de un lujoso hotel. La vida privada del que fue, un suponer, la mano derecha de un presidente, indica hacia donde puede desembocar su vida pública. Y si su vida privada no es sino vida loca de zapatiestas lúbricas bajo pago, pues vamos mal. Ni más ni menos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete