Suscribete a
ABC Premium

Perdigones de plata

Sospechosos habituales

Estos irracionales pálpitos son terribles, lo sé, y todos merecemos la presunción de inocencia

¿Pa' qué me invitas?

Jefe de jefes

Ramón Palomar

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Su rostro era como el de un niño envejecido prematuramente o como el de un viejo algo aniñado. Había algo raro en aquel careto, algo que no cuadraba. Unos finos rizos empapados de sudor se precipitaban sobre su frente. La cámara se acercaba despacio hasta ... conseguir un primer plano demoledor. Entonces sonó la voz de Joselito, el pequeño ruiseñor. Mirando al objetivo, más o menos, dijo algo así: «¿Ustedes de verdad creen que tengo algo que ver con esos 2 kilos de cocaína?». El tembleque de su cabeza, el timbre quebrado que gastaba, su aspecto, en fin, no ayudaban a creer en su inocencia. Sucedió en 'La máquina de la verdad', aquel programa liderado por Julián Lago, y me sigue pareciendo un momento cumbre de la televisión. A Joselito le buscaban las cosquillas, en efecto, por un asunto de farlopa. Y tuvo el valor de enfrentarse a la máquina. No recuerdo, ni me importa, lo que sentenció el trasto erizado de cables.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia