çPerdigones de plata

Pasión de papanatas

Despreciamos lo viejo y a los viejos. La mentirosa izquierda machaca a los socialistas del Antiguo Testamento

Mártires de plexiglás (20/11/2023)

El irresistible atractivo de la novedad engatusa los corazones más sensibleros, siempre prestos al papanatismo de lo último, ya sea el último trampantojo culinario, la última maravilla tecnológica o la última crema que promete una depilación definitiva. Lo novedoso actúa como imán. Pero nada ... resulta tan viejuno como andar persiguiendo esos fulgores mustios de última generación. En vez de preservar lo que todavía merece mayor longevidad, destruimos y arrojamos algunas joyas para adquirir los productos recién inaugurados. Los antiguos tranvías de San Francisco o Nueva Orleans, pura gallardía de hierro, todavía funcionan y se han convertido en atracción turística. Aquí nuestros novísimos vagones son un espanto de mala película de ciencia-ficción tipo 'La fuga de Logan'.

Han fulminado el noble escudo del Senado, se conoce que apestaba a rancio, para ofrecernos un logotipo que no sabe uno si publicita humeante sauna apta para veganos o una venta de pisos en un nuevo barrio residencial con gimnasio común del que robas las mancuernas por mera maldad. Pero han optado por el nuevo escudo por eso, porque es nuevo. Bueno, y también porque, frente al desastre que soportamos, escogen los gestos babosos de brindis al sol que entretienen. Despreciamos lo viejo y a los viejos. La mentirosa izquierda machaca a los socialistas del Antiguo Testamento tipo González, Leguina, Guerra y tal y tal porque «son viejos». Terrible insulto de cancelación feroz disparado para convertirte en un muerto en vida. He aquí otra de esas grandes contradicciones: al abuelo de la tribu, ese de rostro alargado como un tótem, se supone que se le escuchaba porque el caudal de sus palabras acumulaba experiencia y sabiduría. Pero esto es sólo cuando el anciano opina como el joven que amarró el poder por las bravas, porque si osa contradecirle, entonces estamos ante un señor mayor que luce, pobrecillo, algo gagá. La novedad no es sino el tramposo cambio de opinión permanente de los jóvenes descerebrados de mente tan decrépita como apolillada.

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