Un 'mil homes'

Dudé. En esos trances de vapores etílicos, en esos paréntesis nebulosos, era incapaz de poner mi zarpa sobre el fuego asegurando la militancia del brillante estadista. ¿El Pere era de un bando o del otro? Recordé que ambos partidos se odian. Eso sí. Luego sufrí una iluminación. «De ERC, es de ERC», aseguré algo tartamudo por acertar. Total, y qué importa. Ambas formaciones venden independentismo a sus fieles y acaso las diferencias se sujetan gracias a unos débiles matices que, al resto de los españoles, nos importan un bledo. Sólo tengo claro, entre la espesa confusión que me embargaba y me embarga, que Aragonès responde al biotipo de lo que Josep Pla calificaba como un «mil homens», o sea un mil hombres. De corta estatura, tirando a cabezón, dotado de una voz más bien nasal y, pese a todo, como muy estirado y orgulloso cuando camina por aquello de compensar su breve talla. Pla se refirió a Pujol como un «mil homens» y el gerifalte del voraz clan pujoliano, el napoleoncito de saldo pespunteado por unos cuantos tics que le galvanizaban los párpados, jamás se lo perdonó. Aragonés ya pide el referéndum y a Sánchez esto no se le antoja noticia jugosa. Para él, si algo le deja las vergüenzas al aire, ni interesa ni existe.