Perdigones de plata

Encontrar empleo

El pobre David Sánchez, genuino ser de luz, jamás gozó de un enchufe de alta tensión. Qué va

La sonrisa del fiscal

Vaquillas y cabestros

Navegamos entre la exageración y el desahogo, entre el despiste y la vagancia. Encontrar empleo, un buen empleo con el sueldo puntual y asegurado gracias a las arcas públicas, no resulta tan difícil. Los parados que buscan cacho porque renuncian a la sopa boba de ... la paguita limosnera que te compra el alma como un diablo rácano, no se enteran. Observen a David, el hermanísimo, nuestro von Karajan de bolsillo, de sección de oportunidades. ¿Dónde localizó su bendito curro? Pues en internet. Nuestros parados rastreando labores remuneradas pertenecen, seguramente, a la raza de los cibertarugos. Ignoran, caray, que en estos tiempos modernos, si no surfeamos sobre las aguas turbias de la red nos comemos los mocos y, desde luego, jamás conseguiremos magníficas propuestas para saciar nuestros apetitos de trabajador honrado.

Esto, por una parte. Por otra… vaya hombre, será posible… Mira que nos hemos deslizado por la senda de la maledicencia o, peor aún, mira que hemos mutado en devoradores de bulos… El pobre David Sánchez, alma cándida sin duda, genuino ser de luz, jamás gozó de un enchufe de alta tensión. Qué va. En realidad se trata de un joven inquieto que domina los remolinos de internet y estuvo atento. Si apartamos, por favor, nuestras naturales envidias de bastardillos recelosos, descubriremos que esta España ya no es la que recordamos. En aquella tierra, cuando alguien deseaba contratar a alguien, pasaba la voz. Si buscabas un joven abogado, un operario de fontanería, un pintor de brocha gorda o de paisajes finos, un aprendiz de charcutero o un comercial de tornillería galvanizada, avisabas a la de la panadería, al portero de enfrente, a los primos, a los cuñados, al resto de la parentela y aparecían varios candidatos que seleccionabas en el bar por riguroso turno. Pero en esta España nuestra de resurrecciones que no son sino tormentas de humo, basta con mostrarse espabilado en internet, como David, para cazar una bicoca de perfil aurífero. Si usted está parado es porque quiere. Tome ejemplo de David.

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