Comegambas y zampabollos

Cuando nos golpean las altas temperaturas siempre recuerdo 'Empieza el calor', de Chester Himes. En medio de un calor sofocante la gente de Harlem anda de los nervios y el caos puede desatarse en cualquier momento. El calor, las elecciones y la fatiga que arrastramos tras una larga temporada trufada de sobresaltos, que todas las temporadas nos regalan su ración de sobresaltos, nos adhieren un mal humor constante, una suerte de susceptibilidad continua y una irritación a flor de piel. Al jefe de CC.OO. le fríen en las redes, según ha contado él mismo, llamándole «comegambas». La querencia hacia las mariscadas por parte de algún sindicalista favorece la chufla del personal y esto ha sublevado al de comisiones. Tanto, que ha replicado acusándoles de «putos comemierda». Supongo que la atroz calorina, sin duda junto al estrés de sus tareas, se le han subido a la cabeza, de ahí que haya embestido con tanta furia. De lo que brota en las redes, hay que pasar. Y ya está. No conviene entrar en esas trifulcas. De todas formas, volviendo a los títulos que enganchan, uno hubiese preferido que unos y otros recurriesen a la literatura para elevar el nivel. Frente a los comegambas, a los zampabollos y a los comemierda, tenemos a 'Los comebarato', inmortal obra de Thomas Bernhard. A lo mejor, con más lecturas insultaríamos menos. O quizá con mayor fundamento.