perdigones de plata
Cipreses y palacios
Al nuevo rico aquel no le volví a tratar. A nuestro presidente acaso le catapultemos a su hogar tras el 23-J
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Iniciar sesiónAquel nuevo rico había levantado un imperio cuando los años locos del ladrillo anabolizado. Estaba orgulloso de su éxito pero huérfano de amigos. Así pues, unos cuantos nos convertimos en amigachos suyos de alquiler porque tratar de cerca a un tipo así, tan alejado de nuestro universo, nos fascinaba ... . Nos sentíamos entomólogos descubriendo un insecto algo caníbal. Tras la comilona de rigor, entre los vapores del vino flotando, una tarde nos arrastró hasta su nueva posesión. Se había comprado la mejor parcela de la más lujosa urbanización de la provincia.
Un formidable ciprés presidía la senda que conducía hasta el chalé que pretendía derribar. Ese ciprés, espiritual, esbelto, infinito, un árbol que es pura literatura y ante el cual resulta imposible no conmoverse, recordaba de inmediato al de Santo Domingo de Silos. Se lo dije. Me miró pasmado, arrugó el rostro y luego, jamás lo olvidaré, masculló: «¿Eh? Ah, ese árbol… Lo vamos a talar, por supuesto, que quiero un camino más ancho para el Hummer…» Entendí que, con un nuevo rico así, tan ajeno a cualquier sensibilidad elemental, tan predispuesto al arboricidio con tal de cumplir sus ritos horteras, jamás se conseguiría cierto provecho. Los sátrapas, los que prosperan rápido hacia la cima del triunfo sin medir las consecuencias, los adictos a la ambición desmesurada, los que se inyectan brillibrilli en vena, muestran atroz querencia hacia los palacios que certifiquen sus victorias. En estos cinco último años, nuestro Sánchez ha derramado 2.5 gloriosos millones de euros para tonificar sus vacaciones en el palacio oficial de Doñana. Una leña importante, desde luego, y deslizó esa pasta porque pertenece a la raza de los insatisfechos que necesitan demostrar que ahora mandan ellos, de ahí que precisen cambios en un lugar que a cualquiera nos habría encantado por su solera y tradición. Al nuevo rico aquel no le volví a tratar por arboricida. A nuestro presidente acaso le catapultemos a su hogar tras el 23-J, que Narciso Michavila nunca se equivoca.
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