Perdigones de plata
Bajistas profesionales
Algunas personas se diría que nacen con al olfato preparado para regatear
'Emmanuelle'
Trajano y los impuestos
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Iniciar sesiónA medio camino entre el profesional del timo de baja intensidad y el veterano del escaqueo reptiliano, encontramos a los militantes del absentismo laboral que le añaden formidable morro al asunto para conseguir bajas que les trasladan hacia la dulce pachorra del ocio remunerado. ... Deme un baja, por caridad. Deme una baja que me duele aquí, justo aquí. Deme una baja, doctor, que tengo tos, flato, malestar general. Deme una baja que los mareos me sumen en la melancolía que me arrastrará hacia la tristeza que me conducirá hacia la depresión. Las bajas laborales alcanzan máximos y no duda uno que muchos padecen problemas de salud que les obligan al reposo y la terapia, pero sin duda otros, aprovechados habituales, abusan del sistema para alimentar su pereza.
En 'La canción del trabajo', a ritmo de trompetero 'ska', Raphael tararea «el trabajo nace con la persona…». Antes la gente gastaba actitud y orgullo por trabajar recio. Hombres duros y mujeres resueltas que curraban de sol a sol. Hoy, algunas personas se diría que nacen con al olfato preparado para regatear los rigores de las tareas y recibir compensación por ello. Deme una paguita, amigo. Deme una gratificación, por Dios. Deme un sueldo Nescafé para toda la vida, que me lo merezco. Deme una pensión de algo, por favor. Deme un chollo, un chanchullo, una limosna especial. Recuerdo un tipo, operario de una multinacional de teléfonos, que encontró un método cafre para conseguir las bajas. Cuando se entonaba por la noche amorrado a la frasca, envalentonado, salía del garito y propinaba patadones como aquellos defensas leñeros de antaño contra las ruedas de un coche. Su brutalidad despertaba aplausos entre el público que asistía a la 'performance'. Sólo cesaba sus puntapiés cuando intuía que había logrado, como mínimo, un bonito esguince que le proprocionaría una baja de varias semanas. Ignoro cómo acabó aquel tipo, pero supongo que mal. No se puede ser tan bestia y acabar bien. Deme algo, jefe. Deme por saco si fuese menester con tal de gozar de una baja.
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