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Perdigones de plata

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Amistades ultramarinas

Ramón Palomar

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Ahora no lo sé, pero cuando chaval en el instituto no recibíamos clases de educación sexual. Esos temas se reservaban para la clandestinidad de los recreativos, y sólo hablabas de esas gimnasias con los amigos, lo cual disparaba los morbos pues las exageradas leyendas ... colmaban de dicha nuestros ignorantes espíritus. Las primeras lecciones vinieron con las revistas destapistas y las películas clasificadas 'S'. Se fortaleció nuestro aprendizaje gracias a las novelas de 'La sonrisa vertical', volúmenes que nos prestaban primos más mayores o tíos solterones que actuaban como pigmaliones de pellejos pálidos como sábanas de raso. Servidor incluso leyó bastante al marqués de Sade para fingir erudición de pacotilla. Y qué aburrido, el tío, cuando se ponía a filosofar. Pero bueno, como coartada para narrar orgías no estaba mal visto.

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