Silencio y sólo silencio

Es, por tanto, un trabajo serio y no una elucubración de los negacionistas. Sus conclusiones me han dejado confuso, entre otras razones, porque desmontan la versión de los Gobiernos y la OMS sobre la pandemia. Confieso al lector que, por carecer de formación científica, no puedo dilucidar lo que hay de verdad en este demoledor informe.

El comité que ha realizado el estudio enuncia una serie de conclusiones que resumo a continuación. Apunta, en primer lugar, que el virus es artificial y salió de los laboratorios chinos. Sostiene que las medidas de aislamiento y las mascarillas no sirvieron para frenar la expansión del covid, que produjo en torno a siete millones de víctimas en todo el mundo, según recientes estimaciones. Cuestiona también la eficacia de las vacunas y sugiere que los contagios disminuyeron por la inmunidad natural de la población. Y, por último, acusa a los Gobiernos de haber engañado a sus poblaciones y de haber provocado daños psicológicos innecesarios, además de paralizar la economía.

Pese a la gravedad de estas afirmaciones, me sorprende que este informe de la Cámara de Representantes ha tenido un escaso eco tanto en los medios estadounidenses como en Europa y, particularmente, en nuestro país. ¿Es que no nos interesa indagar en las causas de aquella catástrofe?

Decenas de miles de españoles murieron a causa de la pandemia, Pedro Sánchez amparó sus decisiones en un comité de expertos que no existía. Y vimos cómo el Gobierno minusvaloró la amenaza y aseguró inicialmente que las mascarillas eran inútiles para acabar confinando a toda la población.

El Congreso estadounidense, por lo menos, se ha tomado el trabajo de investigar la pandemia y evaluar la respuesta de las autoridades. Aquí no se ha hecho nada. Se ha pasado un tupido velo y se ha decidido que lo mejor es olvidar lo sucedido. Ni se ha creado una comisión de investigación independiente, ni se han tomado medidas para evitar futuros contagios, ni se ha sacado ninguna lección útil. La pandemia sólo ha servido como arma arrojadiza de los partidos.

Insisto en que no tengo autoridad ni formación para valorar las conclusiones de la Cámara de Representantes, pero me sorprende que no haya habido un debate político y científico sobre un documento que interpela a los gestores de la crisis del coronavirus. Y confieso que me produce indignación la negativa de nuestras autoridades a investigar lo que se hizo mal, aunque sólo fuera para remediar los errores.