Tiempo recobrado

Con los papeles cambiados

El presidente no pudo llevar la iniciativa ni amedrentar a un Feijóo que le puso frente a sus contradicciones

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Churchill decía que los españoles son gente orgullosa que jamás pasa por alto un insulto. Tenía razón a la luz de las continuas interrupciones entre Sánchez y Feijóo en el debate de Atresmedia de esta noche. Uno y otro se quitaban la palabra, se acusaban ... de mentirosos y cuestionaban los datos de su interlocutor. Aun así, el espectáculo fue fascinante.

No creo que el debate haya servido para trasvasar votos o convencer al que no lo estaba. Los dos hablaron para su parroquia. Pero sucedió algo totalmente imprevisto: que un Sánchez visiblemente nervioso perdió los papeles. Parecía que el presidente era el candidato y que el candidato era el presidente.

Acostumbrado a los eslóganes y una pretendida superioridad moral sobre la derecha, el presidente no pudo llevar la iniciativa ni amedrentar a un Feijóo que le puso frente a sus contradicciones. Por ejemplo, cuando desmontó la cifra de viviendas sociales construidas por el Gobierno o la falsa afirmación de que España es el país con menor déficit presupuestario en la UE.

Como era previsible, Sánchez intentó centrar su discurso en los peligros de un pacto entre el PP y Vox, una estrategia que no le funcionó, entre otras razones, porque ha abusado demasiado de esta amenaza. En este sentido, han pasado relativamente desapercibidas las palabras del jefe del Gobierno en la entrevista de Ignacio Escolar, publicada el domingo. Afirmó y cito textualmente la frase: «No está en juego la alternancia sino la democracia». O sea que, si Feijóo logra gobernar, nuestro país se transformará automáticamente en una dictadura sin libertad ni división de poderes. Jamás un dirigente se había atrevido a identificar la democracia con su persona. Esa tentación afloró en un debate en el que su afán por el eslogan y el relato rozó lo esperpéntico.

Sánchez insistió también anoche en que «debería darle vergüenza al PP intercambiar sillones y principios por votos». Esto es justamente lo que ha hecho él con sus alianzas y sus reformas legislativas, sólo entendibles por su afán por mantenerse en el poder, incumpliendo muchos de sus compromisos. Su palabra ya no vale nada. Por eso, ayer no fue creíble.

Muchos pensaban, y yo entre ellos, que Sánchez iba a avasallar a Feijóo. Su dominio de la televisión y su capacidad de improvisación le daban una teórica ventaja. Pero no es eso lo que vimos. El líder del PP estuvo más certero y convincente porque supo dominar mejor sus nervios. Habló más despacio y con mayor contundencia que un Sánchez atropellado, que tuvo que ser amonestado por los moderadores.

No habrá unanimidad sobre quien ganó. Las afinidades nublarán el juicio de cada uno. Pero parece claro que Feijóo no perdió y que sabe responder a los golpes cuando está entre las cuerdas, lo que no significa que vaya a ganar.

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