tiempo recobrado
La nostalgia ya no es lo que era
Todo es pasajero, la belleza es fugaz, los recuerdos son frágiles
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Iniciar sesiónEl pasado empieza a ser tan irreal como un sueño a cierta edad. La diferencia entre lo vivido y lo imaginado se va difuminando. Nada más tramposo que la memoria. La nostalgia ya no es lo que era, como decía Simone Signoret, fallecida hace 39 ... años. La recuerdo en 'Casque d'or', la película de Jacques Becker, maravillosamente joven.
Se nos ha ido esta semana Anouk Aimée, una actriz elegante y enigmática, con una larga y desigual carrera cinematográfica. Tenía un magnetismo que me fascinó cuando a los 18 años vi 'Un hombre y una mujer', en la que encarna el papel de una viuda traumatizada por la muerte de su marido.
He visto muchas veces el filme de Lelouch, que ahora me parece cursi e impostado. Pero entonces la imagen de Anouk paseándose por la playa de Deauville me produjo tal impresión que, años después, viajé al lugar en busca de la actriz, como si su fantasma flotara por el muelle donde se rodó la película.
No hace mucho tiempo me hice con una copia de 'Lola', dirigida por Jacques Demy, estrenada en 1961. Cuenta la historia de una bailarina de cabaret que espera la vuelta del hombre que amó. Es una obra maestra, un verdadero monumento a la nostalgia y una película en la que Anouk Aimée hace el papel de una mujer que conjuga la inocencia con una vida licenciosa.
He vuelto a ver algunas escenas que evidencian el implacable paso del tiempo. Ni Nantes es como era, ni Demy ni Aimée viven, ni aquel mundo se parece en nada a éste. Los personajes de 'Lola' respiran una inocencia salvaje, una pureza que encoge el corazón.
Anouk debutó en el cine de la mano de Marcel Carné a principios de los años 50. Era de origen judío y había sobrevivido en Suiza durante la II Guerra Mundial. Su sueño era ser bailarina, pero llegó al mundo del cine por casualidad, como suceden casi todas las cosas. Se apellidaba Dreyfus. Fue el poeta Jacques Prévert quien la convenció de cambiar de nombre.
Lo que te pasa cuando cumples muchos años es que todo el entorno en el que creciste y el mundo que te rodeó cuando eras joven desaparece. El pasado se aleja y se empieza a tener la sensación de ser el último testigo de cosas que ya no significan nada.
Todo es pasajero, la belleza es fugaz, los recuerdos son frágiles. La muerte de Anouk Aimée me ha puesto delante del espejo del tiempo, en el que me miro y sólo veo el vacío. ¿Dónde están las nieves de antaño?, se preguntaba el poeta François Villon hace cinco siglos.
Las querellas y los afanes del presente pronto se quedarán en nada. Ni siquiera serán un recuerdo, sólo pura futilidad, ecos que se pierden en el aire. La imagen de Aimée en la playa de Deauville mientras corre hacia Trintignant sólo fue un sueño que se ha desvanecido para siempre. Dice un proverbio ruso que añorar el pasado es correr tras el viento.
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