tiempo recobrado
La mala fe y la política
Ya transigió Sánchez al indultar a los dirigentes del 'procés' y al reformar los delitos de sedición y malversación, y probablemente lo hará con la amnistía
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Iniciar sesiónLeyendo estos días algunas de las declaraciones de Sánchez y Feijóo, vuelven a mi cabeza las páginas escritas por Jean-Paul Sastre sobre «la mala fe». El diccionario define este concepto como «deshonestidad» o «falta de respeto a la otra persona». Pero no es ése ... el sentido en el que el filósofo francés utiliza la expresión. La ‘mauvaise foi’ sartriana es una actitud por la que el ser humano se niega a ejercer su libertad y opta por eludir la responsabilidad de sus decisiones.
Sartre sostiene en ‘El ser y la nada’ que el hombre está condenado a ser libre hasta el punto de que en la peor de las situaciones puede elegir. Incluso cuando es torturado y se enfrenta a la muerte, existe la posibilidad de aceptar sumisamente el destino o de rebelarse contra el verdugo. Sostiene que siempre hay opciones y que la idea de que estamos obligados a hacer algo es un engaño.
Esto es enteramente aplicable a la acción política. Tanto Feijóo como Sánchez parecen empeñados en hacer y decir cosas no ya sólo que contradicen sus principios, sino que además pretenden convencernos de que son la única alternativa posible para ser consecuentes con los resultados electorales.
En este sentido, el PP se ha abierto a hablar de la investidura con Junts, argumentando que es un partido legal que tiene una larga tradición democrática. Es un autoengaño, una forma de contradecir sus principios y la voluntad de sus votantes. No merece la pena rebatir tal dislate.
Por su parte, Sánchez ya ha insinuado que no sólo está dispuesto a negociar con Puigdemont sino también a considerar una posible amnistía y otras muchas concesiones. Sugiere que se trata de un mandato salido de las urnas y que sus electores exigen que materialice esa «mayoría social».
Resulta una gran falacia afirmar que el PSOE sólo puede gobernar con el apoyo de Junts porque hay otras opciones. La primera sería un pacto de coalición y acuerdos de Estado con el PP. La segunda pasa por ir a una repetición de elecciones en enero. Pero Sánchez se niega a plantearse esas posibilidades. Anteayer lo dejó muy claro.
Retomando la concepción de Sartre, el hombre siempre puede elegir, aunque en muchas ocasiones recurra a la excusa de negar su libertad. Lo escribí hace tiempo y lo vuelvo a repetir: ahora y aquí estamos viendo cómo Sánchez justifica sus acciones por el mero hecho de que no quiere que gobierne el PP, lo que, según su lógica, le lleva a ceder ante quienes quieren destruir el régimen del 78. La asignatura pendiente del líder socialista es asumir la responsabilidad de sus actos.
Ya transigió el presidente al indultar a los dirigentes del ‘procés’ y al reformar los delitos de sedición y malversación y probablemente lo hará de nuevo con el pretexto de que sus bases le piden que gobierne. Eso sería pura mala fe.
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