tiempo recobrado
El infierno son los otros
El problema de Sánchez es que su responsabilidad es intransferible
La lección de Topuria
Inutilidad de la filosofía
Jean-Paul Sartre acuñó frases que son continuamente citadas. Una de las más recurridas es aquella que dice que «el infierno son los otros». Generalmente se interpreta mal porque el filósofo existencialista se refería a que la mirada ajena puede condicionar nuestro comportamiento y ... convertirse en fuente de desgracia. Pero también aludía a la tendencia de los seres humanos a culpar a sus semejantes de sus desgracias.
En su obra teatral 'A puerta cerrada' tres personajes cruzan recriminaciones y se torturan mientras repasan su pasado. Bien podríamos imaginarnos en esa situación a Santos Cerdán, Ábalos y Koldo, también encerrados a las puertas del infierno.
Para entender lo que le está sucediendo a Sánchez es muy recomendable la lectura de este drama, estrenado en 1944. Y ello en el doble sentido sartriano de que el presidente está condenado a soportar la mirada de los otros a la vez que se siente tentado a culparles de sus desgracias.
El mensaje de Sartre es que nadie puede salvarse sin la ayuda de los otros y que sólo podemos redimirnos a través de nuestras decisiones. En ese sentido, el hombre está condenado a la libertad y puede escapar de su círculo infernal si es capaz de asumir sus propias responsabilidades.
¿Será Sánchez capaz de salir de esta habitación cerrada o, como los personajes de Sartre, optará por la condena a vivir soportando la mirada de los otros? ¿Asumirá las consecuencias de sus actos o preferirá culpar a los demás de sus errores? ¿Cortará unas cuantas cabezas para seguir manteniendo la suya?
Hoy tendremos la respuesta a estas preguntas. El problema de Sánchez es que su responsabilidad es personal e intransferible. Él nombró, depositó su confianza y apoyó a esos colaboradores que ahora aparecen como la punta del iceberg de una gran trama de corrupción. Todo lo que le reprochó a Rajoy en la moción de censura ahora se vuelve contra él.
La mayor prueba de cualquier liderazgo se produce en la asunción de responsabilidades. La historia reciente de Europa está llena de ejemplos de dirigentes que se fueron cuando se vieron bajo la sombra de la sospecha de la corrupción. La única forma de salir de esta situación es la cuestión de confianza o la convocatoria de elecciones. Lo que no cabe es purgar a los cuadros de segundo nivel para dar la impresión de que se actúa. Y tampoco tienen ya credibilidad las promesas de regeneración de un presidente que ha gobernado con un marcado sectarismo y una utilización patrimonial del poder.
Todo lo que no sea una asunción personal y directa de sus responsabilidades será un grave error que prolongará su agonía y dilapidará la poca credibilidad que le resta. ¿Cómo podrá seguir confiando el partido en un líder que siempre echa la culpa de sus errores a los otros? Sánchez no tiene otra salida que marcharse.
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