tiempo recobrado
La historia en un balón
Decía Camus que había aprendido más en los campos de fútbol en Argel que leyendo cientos de libros. El fútbol no es sólo una escuela de valores
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Fue Eduardo Galeano quien afirmó que un hombre puede cambiar de mujer, de religión o de partido político, pero no de club de fútbol. Es una gran verdad. Lo digo como aficionado y como amante de un deporte del que he disfrutado con pasión. ... Primero, como jugador, y luego, como espectador.
Habiendo superado los 60 años, soñaba todavía por las noches que me calzaba unas botas y que volvía a saltar a un campo de fútbol. He superado muchas frustraciones, pero no la de no poder seguir jugando. El olor a linimiento y la sensación de pisar el césped son para mí como la magdalena de Proust.
Decía Camus que había aprendido más en los campos de fútbol en Argel que leyendo cientos de libros. El fútbol no es sólo una escuela de valores, sino también una fuente de goce estético. He pasado los mejores momentos de mi vida viendo partidos que han quedado grabados en la memoria, Por ejemplo, el de Italia contra Alemania en el Mundial de 1970.
Stefano Bizzotto, un periodista de la RAI, ha escrito un maravilloso libro, titulado 'Historia del mundo en 12 partidos de fútbol', publicado por Círculo de Tiza. El título no es exagerado porque es posible contar la evolución social y política a través del deporte rey. Bizzotto ha elegido una docena de encuentros, pero hay otros muchos que merecerían entrar en su antología.
Por citar dos que aparecen en el libro, el partido jugado en las trincheras el 25 de diciembre de 1914 entre alemanes y británicos en plena Primera Guerra Mundial. Y el que libraron Honduras y El Salvador en México en 1961, que provocó un conflicto bélico entre ambos países.
Hay también míticos personajes que cobran vida en sus páginas como Matthias Sindelar, un mediocampista austriaco apodado 'El Jugador de Papel', que desafió a los nazis en un partido disputado en Viena días después de la 'Anschluss'. Pese a su frágil rodilla, quienes le vieron jugar aseguraban que era tan bueno como Pelé.
He apreciado gestos de valor y de enorme generosidad en los terrenos de juego, donde los hombres desnudan su alma y muestran lo que son. El fútbol es más revelador que el psicoanálisis. Y también he presenciado actos mezquinos y cobardes.
Siempre he pensado que la personalidad de los jugadores es el reflejo de la época en la que vivieron. Por ejemplo, Telmo Zarra, hijo de un ferroviario, que ejemplifica el esfuerzo y el espíritu de sacrificio de la generación que creció tras la Guerra Civil.
Decía Arrigo Sacchi que el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes. No comparto la afirmación. La prueba es que, como Bizzotto nos enseña, un partido puede cambiar el mundo. He forjado mis mejores amistades en torno a un balón y he aprendido que el sudor de la camiseta une y ennoblece. En unos momentos en los que todo se derrumba, siempre nos quedará el fútbol.
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