tiempo recobrado

Dios escribe recto con renglones torcidos

Trump ha abierto una ventana de oportunidad para solucionar un conflicto que nadie pensaba que podía tener arreglo

Espejo de España

Política espectáculo

Todos los presidentes estadounidenses desde Nixon intentaron acabar con el conflicto entre palestinos y judíos. No deja de ser una paradoja que sea ahora Donald Trump quien esté a punto de lograrlo. El actual inquilino de la Casa Blanca es vengativo, confuso, caótico y ... errático. Pero ha dado los pasos correctos para poner fin a una masacre que nos repugna. En este caso, podría decirse que Dios escribe recto con renglones torcidos porque el hombre que quería crear un resort de lujo en Gaza ha impulsado un acuerdo que puede permitir la entrada de ayuda humanitaria, una paz estable y la reconstrucción del territorio devastado. Hace un mes, esto parecía imposible.

La diligente actuación de Trump para frenar horrendos crímenes, sea por los motivos que sea, acrecienta el enigma sobre este personaje tan amado y ensalzado por sus seguidores como denostado por la izquierda y la burguesía ilustrada.

Leí ayer que Trump ha instigado una acusación penal contra Letitia James, fiscal general de Nueva York que le llevó a juicio. Hace unas semanas, promovió una acción contra James Comey, el probo director del FBI que investigó sus conexiones con Putin. Son dos ejemplos recientes de los innumerables desafueros cometidos desde su cargo en sus nueve meses en el poder.

Este es el personaje que acaba de forzar a Netanyahu a firmar la paz y retirarse de Gaza. El mismo que aspiraba a ser designado Nobel de la Paz tras haber defendido el uso de la fuerza para solucionar los conflictos que afectan a los intereses su país. El que abomina del multilateralismo y pretende anexionarse Groenlandia. El que ha rebautizado el Departamento de Defensa como el de la Guerra. Ello merece una reflexión sobre la condición humana. Hay personas de escrupulosos principios morales y una notable bondad que provocan catástrofes. Y hay otras que nos parecen malvadas y egoístas cuyos actos generan un bien con el que nadie contaba.

Me pregunto ingenuamente si Trump es tan malo como nos parece a algunos. ¿No será que nos aferramos a un cliché para reafirmarnos en nuestras convicciones y nuestros prejuicios? No tengo una respuesta categórica para esta pregunta, pero creo que el presidente estadounidense es un hombre vanidoso, caprichoso y frívolo. No encuentro justificación moral ni racionalidad alguna en la gran mayoría de sus decisiones.

Por eso, me sorprende tanto su habilidad diplomática y su acertada intervención en Gaza. Da igual que sea por un interés particular o por un ego desmedido, el hecho es que Trump ha abierto una ventana de oportunidad para solucionar un conflicto que nadie pensaba que podía tener arreglo. Coda: me alegro de que el Nobel haya ido para María Corina Machado, una mujer que se ha jugado la vida para defender sus convicciones y la libertad.

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