TIEMPO RECOBRADO
Cuatro o cinco cosas que yo sé de él
Jaime Botín era una persona tolerante que sabía escuchar y preguntar. He conocido muy pocos hombres con menos prejuicios
Siempre nos quedará Bayona
¿El final del 'procés'?
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHa muerto un amigo: Jaime Botín. La palabra lo dice todo: un amigo es alguien a quien se quiere. Su desaparición deja un profundo sentimiento de desolación y de pérdida. Las trivialidades y el rencor que en algunos ha producido su desaparición me obligan ... a dar testimonio de que Jaime era un hombre bueno y recto. En los últimos diez años de su vida, hemos mantenido una relación muy cercana, basada en nuestro mutuo amor a la filosofía, las humanidades y los clásicos. Jaime recibía clases de latín y su empeño era tal que mantenía fluidas conversaciones con su profesor en la lengua de Cicerón. Discutíamos sobre Spinoza, pero jamás intercambiamos ni una sola palabra sobre asuntos bancarios.
Era una persona tolerante, que sabía escuchar y preguntar. He conocido muy pocos hombres con menos prejuicios. Y tenía una curiosidad innata que le llevaba a interrogarse por todo. Tampoco tenía problemas en romper estereotipos como cuando abogó por una condonación parcial de la deuda de Grecia en la pasada crisis.
Era un gran aficionado a la pintura y a las artes. Por eso, compró el cuadro de Picasso en 1977 del que luego se quiso desprender. Por un error de la casa subastadora, se le acusó y condenó por hacer contrabando con una tela que era suya y que nunca había estado en España. Fue una sentencia injusta con fines ejemplificadores. Y eso le produjo un quebranto de su salud que nunca pudo superar.
Uno de los momentos más emotivos fue el día en que me invitó a Santander para enseñarnos a mi mujer y a mí el Centro Botín. Estaba muy orgulloso. Pero lo que no olvidaré jamás es que me llevó a la casa en la que había nacido y me mostró la habitación que había compartido con su hermano. Me contó muchos detalles de su infancia y su familia mientras los ojos le brillaban.
La última vez que le vi fue en la Junta de Accionistas de Bankinter, donde pronunció su último discurso de despedida. Fue emotivo y sencillo. Guardo su imagen mientras se dirigía a sentarse entre el público. Su salud estaba ya muy mermada y creo que era consciente de la cercanía del final.
Jaime estudió el bachillerato como interno de un colegio de los jesuitas en Gijón. Eso forjó su carácter. Hace siete años, nos bañamos en el agua helada de la playa de Somo en el mes de mayo. Aguantó, con más de 80 años, sin exhalar una queja. Nunca le escuché ensalzar o valorar sus méritos, lo que contrastaba con su benevolencia con el prójimo.
Harto consuelo nos deja su memoria, como escribió Jorge Manrique. Al igual que cualquiera de nosotros, fue un ser con defectos y errores, pero puedo dar fe de su bonhomía y su bondad, alejada de los estereotipos que han circulado tras su muerte. Adiós, querido Jaime, siempre estarás en los corazones de los que hemos sido tus amigos.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete