tiempo recobrado
60 años no son nada
Camus decía que el fútbol había sido para él una escuela de vida. Yo siempre he tenido el mismo sentimiento
Skakespeare para entender
La V República, herida de muerte
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Iniciar sesiónObservó Graham Greene que sufrimos el espejismo de creer que siempre tenemos la misma edad. Es cierto que envejecemos y decaemos, pero en el fondo nos seguimos viendo como cuando éramos adolescentes. En cierta forma, el tiempo se estanca en nuestro interior.
Las hojas se ... caen, los ríos se secan, los edificios son derruidos. Todo se halla en un cambio permanente menos las almas, aferradas a la inmovilidad. T. S. Eliot escribió en sus 'Cuartetos' que el presente y el pasado se unen en el futuro y que el futuro está contenido en el pasado. Así es. Todo se condensa en un momento que cuando lo intentamos atrapar se ha esfumado para siempre.
Durante mucho tiempo, soñé que volvía a jugar al fútbol con mis amigos. El ritual de atornillar los tacos de aluminio a las botas, el olor a linimento del vestuario, el instante de saltar al terreno y acariciar el balón. El recuerdo es tan vívido que me parece imposible que haya pasado más de medio siglo.
El fútbol sirve a la vez para medir el paso del tiempo y para fijar momentos que quedan anclados en la memoria. Esto me sucedió de nuevo al ver el pasado domingo la final de Berlín, que inevitablemente hizo retroceder el calendario a 1964. Tenía nueve años cuando mi casa de Miranda se llenó de vecinos para ver aquel partido contra la Unión Soviética, convertido por el régimen en una gesta.
Garci, que estuvo en el Bernabéu, cuenta que llovió al terminar el encuentro. Yo recuerdo que salí al balcón mientras la gente irrumpía en la calle para celebrar la victoria y el histórico gol de Marcelino. Era un día de mucho calor. Mi padre sacó unas cervezas de la nevera para celebrar el triunfo.
Han pasado 60 años y el recuerdo sigue intacto. Incluso me parece más real que los goles de Nico Williams y Oyarzabal. Los niños que tienen ahora nueve años se acordarán igual que yo cuando sean abuelos del partido de Berlín o del cabezazo de Merino frente a Alemania.
Camus decía que el fútbol había sido para él una escuela de vida. Yo siempre he tenido el mismo sentimiento. Si me alegro del triunfo de la selección es por la forma de conseguirlo (han derrotado a cuatro campeones del Mundo) y por el espíritu de equipo con el que han jugado. Había otros conjuntos con mayor calidad individual, pero ninguno con su determinación y su firme voluntad de ganar.
Desgraciadamente, el espectáculo del que hemos disfrutado en los terrenos de juego dista mucho del penoso comportamiento de nuestra clase política. Hoy despertamos en un país tan dividido y sectario como el día que empezó la Eurocopa. La euforia dará paso al desencanto, el cainismo volverá a reinar en los escaños del Congreso, pero nos quedará el imperecedero recuerdo de los goles de Yamal y Williams, que durante unos días nos hicieron creer que el tiempo se había detenido.
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