TIEMPO RECOBRADO
La anomalía
El gesto de Illa de reunirse en Bruselas con Puigdemont es tan inútil como innecesario
Donde esté yo, está Alemania
Fantasía paranoica
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Iniciar sesiónWerner Heisenberg revolucionó el mundo de la física al establecer el principio de incertidumbre, que afirma que no es posible conocer de forma simultánea la posición y el momento lineal de una partícula. El enunciado es aplicable a la política en nuestro país, en ... la que la sucesión de espectáculos que se despliega en la actualidad impide saber dónde estamos. La pregunta qué se hacen muchos en este comienzo de curso es cuánto durará la legislatura.
Hoy se reúnen en Bruselas Salvador Illa y Carles Puigdemont, un encuentro susceptible de todo tipo de interpretaciones y cuyas consecuencias son difíciles de predecir porque todo es tan volátil y cambiante como la trayectoria de una partícula. ¿Es el preludio del retorno de Puigdemont a Cataluña? Imposible contestar.
Lo que sí parece evidente es que la cita de Bruselas ejemplifica la anomalía en la que se ha instalado nuestra vida política, marcada por el deterioro de las instituciones, el escaso respeto a la ley y los privilegios a las minorías nacionalistas. No por obvio resulta superfluo subrayar que Puigdemont es un prófugo reclamado por la Justicia. Y no por un delito menor sino por haber intentado dar un golpe de Estado en Cataluña.
Illa es el presidente de la Generalitat, elegido democráticamente y con toda legitimidad. No parece edificante ese encuentro con un dirigente que desprecia la legalidad y asegura que hará todo lo posible para burlar la Constitución. Peor todavía, Puigdemont huyó cuando sus compañeros de viaje daban la cara ante la Justicia y luego protagonizó su esperpéntica desaparición tras volver a Barcelona. Un personaje indigno y cobarde.
No cabe, sin embargo, la sorpresa porque Puigdemont ya es un interlocutor del PSOE desde el comienzo de esta legislatura. Santos Cerdán se reunió y pactó con el líder independentista e incluso Yolanda Díaz se entrevistó con él en Bruselas. Nada nuevo bajo el sol si no fuera porque Illa es el representante del Estado en Cataluña y un gobernante sometido a las leyes.
No faltará quien argumente que el viaje de Illa contribuirá a la normalización de Cataluña, un argumento digno de consideración. Puede que el gesto sirva para congraciarse con los nacionalistas, pero supone un agravio a quienes defendieron la legalidad y fueron estigmatizados por su rechazo al 'procés'.
Puigdemont se ha desacreditado a sí mismo en su larga estancia en Waterloo con contradicciones insalvables que ponen en cuestión su liderazgo. Ni siquiera hoy sus siete escaños en el Congreso son suficientes para que Sánchez pueda gobernar. Por eso, el gesto de Illa es tan inútil como innecesario. No podemos saber el lugar y el momento de una partícula, pero sí que esta visita sólo servirá para resucitar a Puigdemont. Supone una anomalía que debilita más la legitimidad del sistema.
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